La tradicional carrera de caracoles de Peroniel del Campo no solo corona al molusco más veloz, sino que también descubre a entrenadores con un talento innato. Es el caso de Javier Pérez, quien con solo 13 años desvela para Soria Noticias la metódica preparación que ha llevado a su pupilo, Amador, a lo más alto del podio en la exigente cronoescalada.
La victoria no es fruto de la casualidad, sino de una larga trayectoria. Javier, que aunque es de Madrid va todos los años a Peroniel del Campo, es un auténtico veterano de la carrera de caracoles. "Llevo 13 años participando", afirma con seriedad, lo que significa que ha competido en todas las ediciones desde que nació. La espina del año pasado, cuando rozó la gloria, fue el motor para esta edición. "El año pasado quedé segundo, así que este año venía con más ganas".
Todo comenzó hace unas semanas, con un 'fichaje' que resultó ser providencial y que tuvo un componente familiar fundamental. "Me cogió mi abuelo el caracol hace unas semanas", relata Javier. Fue el inicio de una relación entrenador-atleta que ha culminado con el triunfo. Desde ese momento, se puso en marcha una preparación minuciosa donde ningún detalle se dejó al azar.
Un atleta necesita un nombre que imponga respeto, y la elección de Javier no pudo ser más acertada y mediática. "Le he llamado Amador", explica. La inspiración llegó por partida doble, mezclando la cultura popular televisiva con la pasión por el fútbol que comparte con sus amigos. "Por un lado, es por el personaje de 'La que se avecina', que es mi personaje favorito", confiesa. "Y también porque en el pueblo jugamos al FIFA y un defensa del Zaragoza se llama Amador". Un nombre destinado a la victoria.
El entrenamiento de un molusco de competición requiere constancia y un entorno adecuado. Javier Pérez detalla las claves de su método, donde la alimentación es la base del rendimiento. "Cada dos días le cambiaba la lechuga para que estuviera siempre fresca y en las mejores condiciones", asegura. Junto a la dieta, es crucial recrear su hábitat natural para el bienestar del atleta. "Le poníamos agua y unas piedras para que se sintiera cómodo y no le faltara de nada", añade. Finalmente, el campeón no se forja en soledad; para fomentar su instinto, Amador compartió espacio con otros ejemplares: "Le hemos puesto en un túper grande con más caracoles".
Más allá de la preparación física, la gestión mental es lo que diferencia a un buen competidor de un verdadero campeón. Javier entendió que no debía someter a Amador a una presión excesiva. La clave, según su joven 'míster', fue dejarle encontrar su propio ritmo y no forzar la máquina antes de la gran cita.
Esta filosofía de entrenamiento relajado permitió que Amador llegara al día de la prueba en su punto óptimo de forma y concentración. La estrategia no pudo dar mejor resultado. Como concluye Javier con la sabiduría de un veterano, el secreto final fue la confianza en su pupilo: "Al final, ha ido a su rollo". Y a su rollo, subió hasta la gloria.