Artículo de opinión de Vanessa García, procuradora de Soria ¡Ya! en las Cortes de Castilla y León.
Castilla y León vive días negros. Cuatro personas han muerto en los incendios de este verano, una de ellas un bombero forestal soriano. Varios heridos y miles de evacuados han vivido el miedo y la impotencia de perderlo todo: hogares, paisajes, patrimonio, recuerdos y futuro. Más de 160.000 hectáreas de monte que ahora son cenizas.
La prevención y extinción de incendios, proteger a ciudadanos, pueblos y montes, son competencia de la Junta de Fernández Mañueco, y es la primera administración a la que hay que exigir responsabilidades ante su incapacidad y su ausencia.
Al presidente Mañueco le costó días cancelar sus vacaciones, el consejero Suárez-Quiñones está desaparecido y no deja de crecer el clamor social que exige sus dimisiones. Castilla y León no necesita políticos que llegan tarde y se esconden, sino liderazgo y asunción de responsabilidades.
Entre 2009 y 2022 la inversión de la Junta en prevención y extinción se redujo un 86%. En este periodo ardieron 300.000 hectáreas. Recortes y privatizaciones han mermado operativos que deberían trabajar en prevención todo el año. Para la Junta eso es un “despilfarro”. Tras los incendios de 2021 y 2022 en Ávila y Zamora, no aprendieron nada.
A esta dejadez se suman la despoblación y el cambio climático. Pueblos cada vez más vacíos, sin personas que cuiden el territorio, un reto demográfico que Gobierno y Junta han borrado de sus agendas, y olas de calor interminables convierten en yesca a nuestros montes.
En las Cortes, Soria ¡YA! hemos defendido medidas concretas: mejorar la prevención y la lucha contra los incendios, dar máxima protección a localidades forestales como Navaleno, Duruelo o Tardelcuende, recuperar el avión de extinción en El Amogable y exigir un cambio en la gestión del territorio. Todas estas propuestas han sido rechazadas e ignoradas por PP y VOX. Incluso estamos impulsando, junto a UPL y CSIF, una proposición de ley para reforzar la protección del medio ambiente.
Frente a la desidia y el fango político, toca reconocer a quienes sí cumplen: bomberos forestales, agentes medioambientales, militares, brigadistas, FFCCSE, técnicos, voluntarios y vecinos que se enfrentan a un fuego cada vez más voraz, que no entiende de competencias ni de límites administrativos, que se aviva con la bronca política.