La familia Acasandre es conocida en la zona de Almarza por ser once hermanos, de entre dos y dieciocho años. Su vuelta a las aulas es ajetrada, pero también más normal de lo que se puede pensar. Con un trabajo en equipo bien organizado todo funciona a la perfección.
Suena el despertador a las 6:30 h y comienza el movimiento en esta casa tan singular de Gallinero. Cuatro hermanos se levantan, tres para prepararse e ir al instituto en el autobús escolar que les recoge en el pueblo a las 7:20, mientras que el más mayor lo hace para ir a trabajar. Hasta ahí todo normal, pero todavía quedan otros siete por despertarse. Los más pequeños lo hacen bastante más tarde, pues entran a las 9:30. Esto les permite dormir un poco más antes de coger sus mochilas y acudir a sus respectivas clases.
En total, son once hermanos, con edades de entre los 18 y los 2 años. Los mayores estudian en el IES Politécnico y los pequeños en el colegio de Almarza, que se encuentra a tan solo dos kilómetros de su casa. En ambos centros ya conocen bien a esta familia numerosa, que nunca pasa desapercibida.
Las mañanas, como es de esperar, son de lo más ajetradas. Para aligerar el proceso, la familia ha establecido algunas rutinas. “Por la noche los más pequeños se bañan, y los mayores deciden cuándo quieren hacerlo”, cuenta Tabita, la madre.
Los desayunos también se toman por edades en esta familia. Los mayores se lo preparan ellos mismos, al igual que el bocadillo para el recreo, mientras que los pequeños toman algo rápido con la ayuda de sus padres, y el almuerzo “lo suelen preparar los más mayores que acuden a Primaria”, afirma Tabita con orgullo.
Volver al colegio es todo un proceso que comienza semanas antes. “Desde que sé los libros que necesitan los encargo en la librería”, asegura la madre, que también hace uso del programa de gratuidad de libros ‘Releo’.
“En Primaria es más fácil porque saben qué libros pueden reutilizar, pero en Secundaria es distinto. Tengo que esperar a septiembre para conocer cuáles faltan”. En cuanto al material escolar, “siempre hay cosas que reponer pero de lo básico cada uno tiene lo suyo”. A esto se suma la ayuda de amigos y vecinos que les ofrecen material, pues “todo el mundo sabe que somos muchos en casa”.
Aún no saben cuánto costará este curso 2025-26, pero el gasto del anterior rondó los 1.000 euros. “Por lo general, yo compro los libros y nos descuentan las facturas, pero hasta marzo no nos hacen el reembolso”.
Después de la jornada escolar, los mayores regresan a Gallinero para comer en casa, mientras que los pequeños hacen uso del comedor, “aunque hace que perdamos el servicio de autobús, pero preferimos que hagan jornada continua e ir a buscarles cuando nosotros salgamos de trabajar. Por lo que el comedor es una maravilla”, cuenta.
tareas y deberes
En esta casa, la organización es clave. Cada semana se elabora un calendario con las tareas del hogar. “En la lista están los primeros seis hijos, y cada uno tiene una labor doméstica que va rotando para que no haya peleas entre ellos”.
Además, para hacer los deberes los mayores echan una mano a los pequeños “si nos piden ayuda”, confiesan los hermanos. Para hacer esta actividad más amena, la familia ha montado una mesa en el patio de la casa. Este espacio también sirve como lugar de juegos en donde simulan ser profesores entre ellos.
Desde que el primero de los hermanos, Sem, fue al colegio, hasta ahora, Tabita reconoce que no ha notado un gran cambio. “Como vienen de uno en uno no he notado que se haya modificado mucho”, algo que quizá se deba a que en las escuelas rurales los centros son más familiares y cercanos.
Los Acasandre son conocidos tanto en el colegio como en el instituto. No es raro que escuchen frases como “¿en serio?” al decir que son once hermanos, o “¿tú eres el hermano de…?”. Algo que aunque no siempre les gusta, ya están acostumbrados. Y como es normal, aunque entre ellos hay peleas de niños, siempre se cuidan y defienden.
Las anécdotas no faltan en esta familia. “Una vez fui al baño del colegio y cuando salí ya no estaban”, recuerda Esther entre risas. “Nos llamaron del colegio y volvimos”, aclara Tabita.
En otra de las ocasiones, cuando acudieron de vacaciones a la playa “perdimos a uno en el trayecto de la toalla al mar entre tanta gente y sombrillas”. Pequeños sustos que recuerdan entre risas como una historia familiar más.
Este año volverán a llenar sus mochilas, este curso diez -pues el mayor ya ha terminado el FP de Carpintería y, por el momento, no tiene pensado seguir con los estudios- con libros, cuadernos, bolígrafos, pinturas… y muchas ganas.
Porque aunque parezca un caos organizar una familia tan grande, para ellos ya es rutina. Y la ilusión se puede volver a ver reflejada en sus caras.
“De lo que más ganas tenemos es de ver a los amigos”, afirma Eva, la cuarta de los hermanos.
Otras, como Ada, confiesan que de lo que menos ganas tienen es de “madrugar”, algo que comparten el resto de hermanos.
El próximo 5 de septiembre esta casa volverá a llenarse de nervios, mochilas y carreras por el pasillo para comenzar un año más con la emocionante vuelta al cole.