Una numerosa colonia de cigüeñas blancas permanece en el castillo de Monteagudo de las Vicarías en pleno mes de septiembre, una estampa inusual para la época. Este fenómeno responde a un cambio en el comportamiento migratorio de la especie, que cada vez más opta por no viajar a África debido al aumento de las temperaturas y la mayor disponibilidad de alimento en la zona.
El castillo de Monteagudo de las Vicarías presenta una estampa llamativa para esta época del año, con numerosos ejemplares de cigüeña blanca concentrados en sus torres y almenas. La presencia de estas aves, un símbolo tradicional de la fauna local, ha captado la atención de vecinos y visitantes, ya que la observación de un grupo tan nutrido en pleno mes de septiembre se desvía del calendario migratorio habitual de la especie y genera curiosidad sobre su comportamiento.
Tradicionalmente, el ciclo de la cigüeña blanca (Ciconia ciconia) en la península ibérica está claramente definido. Su llegada masiva desde África suele producirse entre finales de enero y principios de febrero, coincidiendo con la festividad de San Blas, para iniciar el periodo de cría en los campanarios y estructuras elevadas de la provincia. Tras pasar la primavera y el verano en sus nidos, estas aves emprenden el viaje de regreso al continente africano a finales de agosto, buscando climas más cálidos para pasar el invierno.
Este fenómeno observado en la localidad soriana podría responder a un cambio de comportamiento que los expertos llevan años documentando. El aumento de las temperaturas medias y la mayor disponibilidad de alimento durante todo el año, en parte gracias a la cercanía de vertederos o explotaciones agrarias, están provocando que una población cada vez mayor de cigüeñas opte por no migrar. De este modo, se convierten en residentes permanentes o, como mínimo, retrasan notablemente su partida, convirtiendo una imagen primaveral en una postal también posible en los albores del otoño.