José Ramón Ruiz cierra su etapa como presidente de la Mancomunidad de Tierras Altas tras un mandato de dos años marcado por una profunda reorganización interna y la cercanía constante con los pueblos. El ya expresidente repasa los logros alcanzados, desde la cultura a la innovación comercial, y reflexiona sobre los retos de futuro de una comarca a la que se ha entregado "en cuerpo y alma".
El pasado 17 de septiembre se materializó el relevo en la presidencia de la Mancomunidad de Tierras Altas. José Ramón Ruiz, concejal de Estepa de San Juan, cedía el testigo a Alejandro Aguado, alcalde de Fuentes de Magaña, tras completar un bienio que él mismo califica de "intenso y transformador". Lejos de ser un político de carrera, Ruiz asumió el cargo como una "persona responsable", sin saber muy bien a lo que se enfrentaba, pero con la determinación de "dar lo mejor de mí mismo".
Se involucró desde el primer día. Antes incluso de la constitución oficial, dedicó horas a entender los engranajes de una administración que desconocía y recorrió cada uno de los 16 ayuntamientos para conocer a los 17 vocales que conformarían la asamblea.
Gracias a una entrevista concedida en primicia a este medio, conocemos los proyectos y logros de su etapa como presidente. Uno de los primeros y más significativos desafíos que afrontó Ruiz fue la modernización de la estructura interna de la Mancomunidad. Con un presupuesto que habitualmente ronda el millón y medio de euros, pero que ha alcanzaro los seis durante el último ejercicio gracias a los fondos europeos, la entidad se había convertido en una "administración moderna, complejísima", que "ya no podía gestionarse como hace treinta años", explica Ruiz.
Detectó carencias estructurales, como la ausencia de un gerente o la inestabilidad generada por los secretarios interinos, que a menudo renuncian "por falta de estímulos". En este contexto, el expresidente destaca la labor de la actual secretaria, Ruth Rubio, quien "voluntariamente asumió la función de coordinadora con los trabajadores, para garantizar la eficacia del equipo". Gracias a este esfuerzo conjunto, "hoy existe un sistema de reuniones periódicas y una línea de trabajo clara, marcada por la asamblea de concejales", afirma el expresidente.
Aunque intuye que le criticarán por "haberme centrado en la cultura", el balance de Ruiz presenta un abanico de actuaciones que tocan todos los palos. Uno de los proyectos de los que se siente más orgulloso es un pionero estudio sobre salud en Tierras Altas, realizado en convenio con la Universidad de Valladolid, que analiza la salud individual, los hábitos en los colegios y la evolución a través de tres generaciones.
La colaboración con la universidad también ha permitido llevar durante dos años un ciclo de conferencias a los pueblos, acercando el conocimiento académico a los vecinos. No obstante, el gran hito cultural ha sido el homenaje por el centenario del arqueólogo Blas Taracena. Durante un año, se han sucedido conferencias y una exposición itinerante para reivindicar la figura del exdirector del Museo Numantino y del Arqueológico Nacional. Para Ruiz, este proyecto va más allá de la historia; es una forma de entender el presente. "Si olvidamos nuestro pasado pastoril y nuestra forma de vida, probablemente nos estemos equivocando en Tierras Altas".
En el ámbito comercial, se han puesto en marcha dos proyectos complementarios: 'Tu próxima compra inteligente' y 'Tu compra en Tierras Altas no tiene desperdicio'. La iniciativa incluye la creación de un moderno supermercado en San Pedro Manrique, otro inteligente y sin personal en Oncala, y la mejora de los de Villar del Río, Magaña y Cerbón. El sistema se completa con taquillas en los pueblos para recibir la compra y un plan de recogida de envases para "cerrar el ciclo de la sostenibilidad", puntualiza Ruiz.
Tras dos años de inmersión total, José Ramón Ruiz se marcha con la sensación de que el tiempo es demasiado corto. "Cuando aprendes, te tienes que marchar", ha lamentado. Por ello, una de sus principales recomendaciones para el futuro es que el mandato de la presidencia se amplíe, como mínimo, a cuatro años para "poder desarrollar proyectos a largo plazo sin que el cambio de sensibilidades de cada presidente trunque el trabajo".
Asimismo, ha abogado por un mayor trabajo en equipo dentro del consejo directivo. Considera que, al igual que en un Ayuntamiento, se podrían delegar áreas como servicios sociales o cultura entre los cinco miembros de la dirección para ser más eficientes.