La Asociación Filatélica y Numismática Soriana retoma su mercadillo para coleccionistas en el emblemático edificio de la capital. En una época complicada para el coleccionismo, ofrecen una serie de productos que, en muchas ocasiones, son prácticamente imposibles de conseguir.
Este domingo, el Casino se han convertido en una cápsula del tiempo. Sobre las mesas, la historia de Soria y del mundo se despliega en forma de monedas, sellos, postales y oytos objetos de coleccionismo que han sobrevivido al olvido. Al frente de este pequeño universo de recuerdos se encuentra Rafael Romera Ibáñez, tesorero de la Asociación Filatélica y Numismática Soriana y el principal organizador de un mercadillo para coleccionistas que es mucho más que un punto de venta: es un bastión de la memoria colectiva.
Entre la vasta colección que Romera y sus compañeros han reunido, algunas piezas brillan con luz propia por su antigüedad y valor. "De las monedas más cotizadas y más antiguas, tenemos aquí moneda ibérica y romana, sobre todo la ibérica", ha explicado. Allí descansan ases y denarios ibéricos junto a sestecios y denarios romanos, todos con más de dos milenios de historia. El valor de estos objetos trasciende con creces el de su material. Para ilustrarlo, Romera ha seleccionado una pieza concreta: "estamos hablando de que este denario, por ejemplo, según está, que está precioso, vale 120 euros". Es la historia, el contexto y la escasez lo que convierte un simple trozo de metal en un tesoro.
Pero el mercadillo es un mosaico de aficiones. Junto a las monedas, se exhiben medallas conmemorativas, postales antiguas de Soria y de toda España, e incluso curiosidades como programas de mano del antiguo cine Ideal de la capital, datados en 1936, en plena Guerra Civil. También hay espacio para la literatura local.
La procedencia de todos estos artículos es una cuestión que la asociación se toma con extrema seriedad. Lejos de recibir donaciones, la mayoría de las piezas llegan a través de herencias que venden particulares: "Viene gente que lo ha heredado, y todo lo hacemos documentado, ellos firman que es suyo y lo traspasan, porque es un tema delicado". Esta rigurosidad busca proteger tanto al vendedor como al comprador y garantizar la legalidad de cada transacción. La honestidad es otro pilar fundamental, hasta el punto de exhibir y vender réplicas, pero siempre con total transparencia. Romera ha mostrado varias monedas de plata, duros antiguos de aspecto impecable, con una etiqueta clara: "Falso". Ha explicado que no son de la época, sino copias modernas. "Yo no puedo a este amigo que me compra monedas venderle una moneda que sepa yo que es falsa y dársela por buena", ha sentenciado, dejando claro que estas piezas se venden para otros fines, como la creación de llaveros, pero nunca bajo engaño.
Sin embargo, una sombra de nostalgia se cierne sobre esta labor de preservación. El coleccionismo, tal y como lo conocieron generaciones pasadas, se desvanece. "No hay coleccionismo, y la juventud, los únicos cromos que se coleccionan, son los de deportes", ha lamentado Romera. Esta tendencia ha golpeado con especial dureza al mundo de la filatelia. La falta de correspondencia postal ha hecho que los sellos pierdan casi todo su valor, hasta un punto desolador. "Están ofreciéndonos filatelias de a nivel nacional de sellos nuevos con el 30% del valor facial", ha revelado. La conclusión es tan rotunda como melancólica: "Vale más el álbum que los sellos".