La Villa de las Tres Culturas fusiona sabor con identidad para completar sus jornadas gatronómicas.
Las Jornadas del Cardo Rojo de Ágreda han unido esta mañana gastronomía, tradición, patrimonio e historia gracias a un paseo guiado que ha recorrido su Barrio Moro, el corazón medieval desde donde se divisan las huertas que son la cuna del cardo.
La iniciativa ha ofrecido una perspectiva diferente y enriquecedora a los 60 participantes que han arrancado desde la Oficina de Turismo. Además de descubrir la particular forma de cultivo del cardo rojo, se ha ido más allá mostrando la excelencia de este producto, un secreto que reside en la tierra y en la historia que lo rodea.
El Barrio Moro es, en sí mismo, uno de los grandes tesoros de la Villa de las Tres Culturas, como también se conoce a Ágreda. "Tiene un encanto especial. Para empezar, no tiene más que un sitio de entrada y otro de salida", ha comentado la concejal de Cultura, evocando su carácter de ciudadela medieval.
Y es que este fue uno de los cuatro recintos amurallados que conformaban la Ágreda de la Edad Media. Su valor histórico es incalculable, con vestigios emirales como sus dos puertas. A este patrimonio monumental se suma el urbanismo singular de "la encrucijada de las calles", un laberinto que invita a perderse y descubrir su esencia.
La elección del Barrio Moro como epicentro de esta actividad no es casual. La concejal ha subrayado la simbiosis perfecta entre el producto y su entorno. "El cultivo del cardo rojo, aunque se hace en diferentes puntos, se da sobre todo en este entorno, con un tipo de regadío que existe desde la Edad Media", ha señalado.
Según ha explicado Blanco, las características del terreno son fundamentales para conseguir la calidad que distingue al cardo agredeño. "Hay unas aguas que aportan minerales al cardo porque la tierra también tiene una riqueza especial", ha afirmado. Por tanto, el paseo guiado no solo ha servido para admirar el patrimonio arquitectónico, sino también para comprender el patrimonio culinario y la tradición hortelana que ha pervivido durante siglos.
La estrategia de combinar recursos ha demostrado ser un acierto. "La gastronomía está bien, el patrimonio está bien, pero si lo podemos unir, mejor", ha sentenciado la concejal, resumiendo una filosofía que busca ofrecer una experiencia completa y memorable tanto para los vecinos como para los turistas.