Un reducido grupo de vecinos del mismo se juntó para, en tiempo récord, transformar un emblemático espacio del Municipio, como es el lavadero, en un gran pesebre navideño. Ríos, los reyes magos y adornos flotantes completan un Belén único y especial, como acostumbramos a ver en la provincia de Soria.
El espíritu navideño y la capacidad de organización vecinal se han dado la mano en Casarejos. En un despliegue de trabajo intensivo, un pequeño grupo de habitantes de la localidad ha conseguido montar un complejo Belén artesanal en menos de una semana. El escenario elegido ha sido el lavadero del pueblo, un espacio que ha sido transformado radicalmente para acoger el pesebre. La inauguración oficial ha tenido lugar esta mañana de jueves, coincidiendo con la celebración de la Virgen de la O. Tras la tradicional procesión, vecinos y visitantes han podido comprobar el resultado de estas jornadas de trabajo a contrarreloj, donde la creatividad y el aprovechamiento de los recursos naturales han sido la nota dominante.
Lo que hace singular a este Belén, más allá de la rapidez de su ejecución, es la fidelidad al entorno. Los creadores han renunciado a los elementos prefabricados para apostar por una construcción 100% artesanal. Para ello, han recolectado materiales propios de la comarca de Pinares: madera, cortezas, piñas y piedras que integran el nacimiento en el paisaje que rodea al municipio. El esfuerzo colectivo ha permitido levantar en pocos días una escenografía detallada que aprovecha la arquitectura del lavadero. La instalación no solo ocupa el espacio físico del edificio, sino que dialoga con su función original, convirtiendo el agua en el hilo conductor de la narración.
El aprovechamiento del medio acuático es el rasgo distintivo de este Belén. Los vecinos han diseñado un sistema de adornos flotantes sobre la balsa del lavadero y han construido un río artificial en el escenario principal. Esta integración del agua aporta dinamismo y realismo al conjunto, creando reflejos y sonidos que acompañan la visita. La intervención respeta el patrimonio etnográfico local y ofrece una nueva perspectiva de este edificio comunal durante las fechas invernales.
Este nacimiento se erige, en definitiva, como una reivindicación del orgullo rural y la capacidad creativa de Casarejos. Más que una visita estática, el montaje ofrece una experiencia inmersiva donde el murmullo constante del agua del lavadero y el intenso aroma a pino fresco envuelven al espectador. Una parada obligatoria que demuestra que la magia de la Navidad no reside en grandes presupuestos, sino en la voluntad de un pueblo capaz de transformar su patrimonio cotidiano en una obra de arte en tiempo récord.