Villarreal 6- Numancia 1
Villarreal: Juan Carlos; Mario, Musacchio, Dorado, J. Costa; Bruno, Canteros (Senna 58'), Cani, Aquino; Perbet (Pereira 80') y Gerard Moreno (Uche 63').
Numancia: Herrerín; Malón, Regalón, Juanma, Ripa; Nagore, Sunny (Bedoya 46'), Natalio, Julio Álvarez, Cedrick; (Lago Junior 77') y Pedro Martín (Del Pino 72').
Árbitro: Arias López del comite cántabro. Amonestó a los locales Bruno, Chechu Dorado y Perbet y a los visitantes Sunny, Juanma, Julio Álvarez y Regalón.
El Numancia salió derrotado, humillado y abatido de El Madrigal. El Villarreal le endosó un claro 6-1 a los de Machín, poniendo así final a la buena racha de resultados y generando nuevamente dudas por el juego y por la apatía de determinados jugadores.
A pesar de que el partido comenzó con buen ritmo de fútbol, los goles, rápidos, de Perbet y Canteranos fueron un directo a la mandíbula para el Numancia que estaba todavía aterrizando en el césped.
Todo hacía indicar que el submarino amarillo ya tenía el partido encarrilado pero una buena jugada entre Cedrick y Pedro Martín, supuso el tanto del Numancia y la esperanza, supérflua logicamente viendo el resultado final.
La reanudación fue un paseo militar. Machín dio entrada a Bedoya por Sunny al tener el nigeriano tarjeta amarilla y estar desaparecido del encuentro (como muchos otros, léase Natalio, Nagore, Malón....). Y cuando el Numancia quiso darse cuenta, el gol de Gerard Moreno daba casi casi el ko técnico a los visitantes.
A raíz del tercer gol dio la sensación que el Numancia bajó los brazos, se abandonó a su suerte, sin dar siquiera un poco de guerra, mucha posesión que no le servía para nada, ni siquiera ocasiones, esperpento.
Pasaban los minutos y mientras a los locales les costaba enganchar una contra que pudiera sentenciar el partido, al Numancia no le servía su dominio para crear peligro.
Todo acabó en el minuto ochenta cuando un centro el área era rematado por Musacchio y el balón tocaba en el brazo de Regalón, lo que el árbitro interpretó como penalti. Perbet anotó la pena máxima y el Numancia se diluyó como un azucarillo.