Jacinto Egido Pascual, párroco de Barahona, ha presentado en la Casa de Soria en Madrid su libro ‘Historias de un cura “edificante”’, un recorrido vital de su trabajo parroquial por distintas plazas sorianas, plagado de anécdotas de un cura que nunca eludió meterse en complicaciones, tanto en su vertiente personal, apoyando a los agricultores o promoviendo empresas; como metiéndose a constructor y albañil, sin mayor cumplimentación de trámites y licencias. De sus obras quedan constancia en una retahíla interminable de pueblos como Baniel, Judes, Herreros, Alentisque, la Revilla de Calatañazor o Centenera del Campo.
Asumiendo desde hace muchos años su apócrifo título de ‘obispo técnico rural', Jacinto Egido desgrana en el libro, que fue presentado por Miguel Bordejé, su peripecia personal. Desde su nacimiento en Coscurita en 1932, su paso por el seminario de Sigüenza, o las tareas pastorales en los sucesivos destinos, con especial hincapié en su estancia en Quintana Redonda (1968-1976), y en cuyo lugar creó la fiesta de verano, además de poner en marcha una fábrica textil de mujeres.
No rehúye en las memorias su reacción al observar una pintada en la que se leía “Don Jacinto y Vicenta se entienden”, lo que motivó que voluntariamente dejase Quintana y se refugiase en su pueblo, Coscurita, a espera de nuevo destino.
También narra su accidente ocurrido en 2005, en el que intentando colocar un reflector en la torreta de la iglesia de Barahona, se le escapó el pie de la escalera, lo que determinó una caída de la que milagrosamente se salvó, si bien el accidente causó revuelo y alarma en el pueblo al desplazarse un helicóptero que lo trasladó hasta el Hospital de Burgos, de lo que deriva su actual sentimiento de tener cumplidos seis años de edad, por lo que el 15 de septiembre don Jacinto celebrará su séptimo aniversario.
El libro cuenta detalles sobre soluciones técnicas personales que aplicó en la reparación de iglesias y tejados, con explicaciones de cómo montar un aguilón con doble T; o el historial de la mano de obra voluntaria y mención de su recluta de gitanos albañiles y laboriosos, que han determinado que decenas de iglesias provinciales se mantengan erguidas, y todo con poco gasto, que ahí está la gracia y prodigio de la reparación.
Como cura, amén de albañil, juerguista y coplero, refleja también en el libro una selección de canciones, alusivas al matrimonio, que ha ido componiendo en sus años de ejercicio pastoral, en cuyas ceremonias se subía a una silla, mientras el público le cantaba el estribillo. Este es un ejemplo de esas coplillas:
"En Alpanseque le dice/ el Boni a la Señá Reme/ hay que ver este Martín/ qué elegancia tiene. Y sigue: Mira si será importante/ que a todos nos maravilla/ amigo es el Sr. Lucas/ Presidente de Castilla".