El viento clava
sufrimiento en su pecho,
lanza de fuego.
La luna alumbra
lágrimas negras sobre
mármol de yerba.
Dos corazones,
por gusanos roídos,
de amor se inflaman.
La muerte arrancó,
las ramas trepadoras,
capullo de alma.
Quisiera pensar
que del sueño despiertan,
ligeros vuelan.