CAPITAL
Actualizado 13/07/2022 21:43:14

La Fundación Duques de Soria acoge hoy la lección inaugural de sus cursos de la mano de Ruth Fine, presidenta de la Asociación Internacional de Hispanistas, sobre los periplos de la diáspora sefardí. La experta ha destacado las similitudes que presentan todavía hoy el ladino y el español.

Fue en 1492 cuando, tras la expulsión de los judíos de los reinos de Castilla y Aragón por parte de los Reyes Católicos, los ahora llamados sefardíes comenzaron su andadura por el mundo. 500 años fuera de la península, de Sefarad, hizo que este pueblo tomara nuevas costumbres y, en definitiva, se adaptara a los nuevos territorios que poblaban. Sin embargo, estos 500 años no consiguieron que estos judíos se distanciaran por completo de la tierra hispánica. Todavía a día de hoy mantienen el ladino, una variedad dialectal del castellano y una cultura que es inseparable de sus raíces ibéricas. Hoy, estos sefardíes han sido los protagonistas de la lección inaugural de los cursos Fundación Duques de Soria.

Ruth Fine, presidenta de la Asociación Internacional de Hispanistas ha podido pronunciar por fin su ponencia "Volver a Sefarad. Entre el recuerdo y el olvido: periplos de la diáspora sefardí", lección inaugural de los cursos de la Fundación Duques de Soria. "Es una historia de grandes logros que no termina de un modo feliz, pero sí termina de un modo feliz", asegura la catedrática. "Cuando a finales del s. XIX se reencuentran y redescubren los sefardíes que la lengua que hablaban era el español y los españoles descubren que en muchas partes del mundo hay españoles, históricamente hablando, que hablan su lengua, es una maravilla única", destaca.

A raíz de esto comenzó un proceso de acercamiento, creación compartida y recuperación de una memoria, en palabras de Fine, con un reencuentro que se está fortaleciendo durante estos últimos años. Esto se debe a la ley del año 2015 que reconocía la ciudadanía española de los descendientes de sefardíes y la reciente creación de la Academia del Ladino, la número 23 de la Asociación de Academias del Español, un reconocimiento del judeo-español como parte de la lingüística hispánica.

Porque después de 500 años, aunque parezca mentira, el ladino y el castellano presentan una gran cantidad de similitudes que permiten que sus hablantes se entiendan con facilidad. "Como todas las lenguas judías, han incorporado vocablos y conceptos del hebreo y a lo largo de la historia los sefardíes han creado comunidades en distintos países, en especial alrededor del Mediterráneo y los Balcanes y también han incorporado cuestiones morfológicas de los países en los que se han instalado", asegura Fine. Además, el judeo-español se escribió durante siglos con caracteres hebreos, a pesar de tratarse de un texto en romance y cuando desde finales del s. XIX se volvió a los caracteres latinos, se dieron ciertas diferencias ortográficas "que a veces provocan sonrisas entre los hispanohablantes, como sustituir la 'q' por la 'k'", añade la catedrática.

En la presentación de esta lección inaugural, Rafael Benjumea, presidente del patronato de la Fundación Duques de Soria ha asegurado que la fundación lleva muchos años poniendo el hispanismo internacional en el centro de su actuación. "Tener a la presidenta de la Asociación Internacional de Hispanistas en Soria, su sede, es una muestra especialmente importante de este trabajo en conjunto en defensa del hispanismo internacional y del trabajo que hace por nuestra cultura", ha concluído.

En Israel los sefardíes integran una comunidad de poco más de 100.000 personas que todavía hablan este idioma en el país, una lengua que la UNESCO ha declarado en riesgo de extinción.

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