El próximo sábado, 26 de mayo a las 20.00h, la Orquesta Barroca del Conservatorio Arturo Soria de Madrid, presentará la zarzuela, Donde hay violencia no hay culpa, que por encargo del Duque de Medinaceli, escribió en 1744, el compositor de moda José de Nebra. La trama encuentra su conflicto principal en el deseo que Sexto, príncipe romano, siente por Lucrecia, dama de la corte, modelo de virtud femenina y legítima esposa de Colatino, jefe militar romano. Paralelamente, Tulia, hermana de Colatino, aspira a conseguir el amor de Sexto.
El concurso de Laureta, criada de Lucrecia y desligada del decoro propio de las clases altas, será decisivo para determinar el desarrollo de los acontecimientos. El texto está basado en un argumento recurrente en la literatura clásica latina cuyo rastro puede seguirse desde las obras de Ovidio y Tito Livio hasta el extenso poema que, con el título de The rape of Lucrece (La violación de Lucrecia) compone William Shakespeare bajo dedicatoria al Conde de Southampton en 1594.
Según el director musical, Marcelino García Rodríguez, esta obra es para nosotros un reto y una motivación importante, enfrentarnos a una obra compuesta por encargo de los antepasados de la familia propietaria de este singular Palacio, los duques de Medinaceli.
La Orquesta Barroca del Conservatorio Arturo Soria, ha trabajado a grandes clásicos como Henry Purcell (Dido y Eneas, The Fairy Queen), Antonio Vivaldi (conciertos y cantatas), G. B. Lully (El triunfo del amor) y G. P. Telemann (La pasión según San Lucas). Ahora, a los doce años de su creación, la orquesta encara el trabajo de José de Nebra, un autor cuyo redescubrimiento está consiguiendo --después de siglos de olvido- estrechar el hueco que siempre ha parecido existir entre dos de los grandes genios de la música española: Tomás Luis de Victoria y Manuel de Falla.
José de Nebra nace en Calatayud en 1702 y recibe formación musical dentro del propio seno familiar. Siendo muy joven se traslada a Madrid, donde llega a convertirse en uno de los compositores más influyentes de la importante esfera teatral de esta ciudad en la primera mitad del siglo XVIII. La mayor parte de su obra está dedicada a la composición de música para la escena (zarzuelas, autos sacramentales y comedias), aunque durante los últimos años de su vida, al igual que Haendel, se dedica casi exclusivamente a escribir música religiosa.
Influido por los músicos italianos que trabajaban en Madrid (Facco, Corradini, Corselli) renovó el estilo de las zarzuelas, ampliando su textura orquestal a partir de los modelos de los recitativos y arias napolitanos. Supo, no obstante, mantener el sabor popular castizo y costumbrista, especialmente en los números destinados a los "graciosos" o "donaires", personajes imprescindibles en las comedias de la época, así como en estos denominados dramas harmónicos.
Musicalmente, las zarzuelas de mediados del XVIII son muy similares a las óperas italianas de la misma época. La mayor diferencia es el texto hablado -del que prescinden las óperas-, los elementos folklóricos antes citados y una curiosidad que hoy todavía sorprende: todos los papeles solistas están escritos para ser interpretados por mujeres, incluidos los personajes masculinos.