En este tiempo de brotes solitarios de esperanza y vida, la voz de tu amado reclama profunda un soplo en el corazón resuelto.
Su presencia viva, aviva tu presencia Leonor; dulzura amada del poeta, tesoro de juventud conservado en la memoria de las gentes de esta tierra, donde el aire alberga vuestro amor en verso, donde nadie olvida que el poeta vino a enamorarse, ni desdeña los paseos bajo los álamos del Duero que guardan todavía vuestro encanto, entre el resplandor del río y el cielo.
Ahora, cuando su palabra se nos hace necesaria y el eco de su voz nos estremece, evocamos la nostalgia de un amor, inmortal cual un poema, y la alegría de un legado que palpita como luz incandescente.
Acaso tus ojos, paisaje de su corazón, me recuerdan cuán hondo mira el poeta, cuán profundo es el amor.
Que huelguen las malas lenguas.
En este tiempo de brotes solitarios de esperanza y vida, la voz de tu amado reclama profunda un soplo en el corazón resuelto.
Su presencia viva, aviva tu presencia Leonor; dulzura amada del poeta, tesoro de juventud conservado en la memoria de las gentes de esta tierra, donde el aire alberga vuestro amor en verso, donde nadie olvida que el poeta vino a enamorarse, ni desdeña los paseos bajo los álamos del Duero que guardan todavía vuestro encanto, entre el resplandor del río y el cielo.
Ahora, cuando su palabra se nos hace necesaria y el eco de su voz nos estremece, evocamos la nostalgia de un amor, inmortal cual un poema, y la alegría de un legado que palpita como luz incandescente.
Acaso tus ojos, paisaje de su corazón, me recuerdan cuán hondo mira el poeta, cuán profundo es el amor.
Que huelguen las malas lenguas.