Artículo de opinión de Roberto Vega.
Escribo sobre poesía, ese impulso casi oculto que nos invade a todos.
¿Sabíais que en los últimos tres lustros se han gestado cinco antologías diferentes? En la mesa cinco libros dispares, 98 poetas (sin repetir); el mecenazgo de Ayuntamiento y Diputación Provincial de Soria; Caja Duero; Cruz Roja Española, Torraspapel y Ártico de Almazán; Asociación de Vecinos Barrio de San Pedro; dos editoriales (Soria Edita y Lastura) y la profesora Esther Vallejo.
No me olvido de los que han publicado individualmente poesía, esa sacudida creativa que puede manifestarse antes de la adolescencia por culpa de una virtud o de la musa.
Las dos de 2001 artesanales y coordinadas por idéntico poeta, la una encumbra una plantación de árboles más recital en las laderas del Castillo, la otra busca ser un ensayo y homenaje al voluntariado de la Ilustre Villa.
La de 2003, empeño notable de Soria Edita, la coordinó César Millán quien entre 2011-12 fue editor de cinco plaquettes (al menos) coquetamente presentadas.
Y las dos de 2015, la más voluminosa pudo haberse publicado antes, en la otra participa la cofundadora de la editorial completando un libro con 8 mujeres y 15 varones quienes nos confían estas emociones:
“Tu llamada esta tarde me ha hecho pensar (…) Y me digo: ¿qué fue de aquel muchacho?”.
“Me he quedado mirando al Duero desde el puente, a sus aguas profundas de remansos inquietos. Soy toda río. Hoy, un día de agosto, inmersa en un Madrid sin horizontes (…)”