Con un producto de estas características lo mejor es maltratarlo lo menos posible. Aprende estos pasos para sorprender a todos en tu próxima reunión.
Los montes de Soria son privilegiados y recién estrenado el otoño es inevitable pensar en las setas y hongos que aquí se desarrollan alcanzando todo su potencial. Este fin de semana se ha dado por iniciada la campaña micológica de otoño y ya es posible localizar hermosos ejemplares en las zonas más frescas y húmedas. Además, la mayoría de expertos coinciden y prevén unos meses de auténtica explosión en los bosques sorianos, donde se podrían alcanzar cifras de producción de récord.
Así pues, ha llegado el momento de ir pensando recetas para sacar el máximo provecho a estos tesoros naturales. Las posibilidades son infinitas, pues setas y hongos admiten ser protagonistas o servir como guarnición en múltiples elaboraciones. Hoy nos centramos en el rey del monte, el boletus edulis, y os presentamos una receta que es sencilla y sorprendente, pues permite disfrutar y saborear toda su esencia, sin maquillarla ni esconderla.
El Boletus edulis, también conocido como hongo blanco o de calabaza, es una de las setas más apreciadas en el mundo gastronómico. Entre sus principales características destaca el hecho de que su pie es de un tamaño mayor que el sombrero (especialmente cuando aún no ha madurado del todo), con un color entre blanquecino y cremoso y con una carne muy firme.
Es conocido por su sabor intenso y su aroma característico, que tiene unas interesantes reminiscencias a frutos secos. Tiene un perfil de sabor terroso y ligeramente dulce, que se intensifica al cocinarse. Es bajo en calorías y rico en proteínas, fibra y antioxidantes. También contiene vitaminas del grupo B, lo que lo convierte en una opción no solo sabrosa, sino también nutritiva.
Se puede utilizar fresco, seco o en polvo. Los boletus secos concentran su sabor y son ideales para dar un toque especial a sopas, salsas y arroces. También se pueden incorporar en platos de carne, pasta y ensaladas. No obstante, nuestra propuesta es algo diferente y, quizá, los más puristas no estén del todo de acuerdo con el método. Se aceptan todo tipo de críticas, pero nuestra intención es ofrecer una receta sencilla, rápida y que sorprenda por un sabor explosivo.
Cuando uno sale al monte y recolecta esos preciosos ejemplares de boletus blancos tiene la ocasión perfecta para darse un festín. Limpiarlos será el primer paso. Debes utilizar un trapo húmedo o un pincel y, solo en el caso de que presente una gran cantidad de tierra, utilizar un poco de agua (pero teniendo sumo cuidado en que no absorba el agua, ya que perdería buena parte de su sabor).
Cuando ya estén limpios cortamos los boletus en láminas, más bien finas, y las colocamos sobre un plato. A modo de carpaccio, echamos sobre ellos un chorrito de aceite de oliva virgen extra y una pizca de pimienta en polvo. Para terminar, un golpe de microondas. Sin pasarse porque el objetivo no es calcinarlos.
Bon apetit.