Nati de Grado Molinero relata la existencia del mundo funji en multitud de cuentos que sirven para inculcar, a los pequeños, respeto y amor por la naturaleza.
Escuchar a Nati de Grado Molinero, "con el segundo apellido, sí, porque mi madre era de Navaleno" es, por lo menos, una caricia al oído, pese al suave pero ilustrativo vendaval que supone una conversación con esta pineriega, trabajadora social y apasionada por narrar cuentos. No esconde su pasión por la lectura y por transmitirla, sobre todo a los más pequeños.
Hablamos con ella , sobre la fantasía del reino fungi. ¿Hablan las setas en Soria? es la incuestionable y obligada pregunta para ella y para este tiempo, sobre todo en esta zona soriana.
Asintiendo con la cabeza y con un "sí" rotundo, afirma que es un tema "muy interesante" por la multitud de relatos para el público infantil en este sentido. "Tengo un cuento que aprendí en la infancia, en verso, de Ferrándiz, de aquellos troquelados que ahora no hay", recuerda, y comienza a relatar aquella estampa que describe que dos hermanitos acudieron al bosque a buscar setas, "que salen cuando ha llovido y sirven para comer", en una historia en la que la "niña toca la flauta, vienen las setas, el niño le quita la flauta, toca y vienen los bichos. Como en los cuentos antiguos". Pero también ahora hay muchos cuentos donde las setas "sirven como disculpa para apelar a la solidaridad, a historias de humor, al arte y al respeto a la naturaleza".
Aunque las setas "no son muy prolíficas en la literatura, también están presentes", con el fin de ambientar un escenario para un argumento que comunican y también se expresan, "como los musgos, los insectos y, también, el silencio".
En cuanto al carácter de las setas, hay de todo. "Están las venenosas; las fijas que protestan porque les gustaría caminar; las que se defienden porque hay recolectores y las pisarán... es bonito contarlo, sobre todo para los niños, para que tengan visión y respeto de todas las cosas que nos rodean".
Ello hace que este hilo conductor, con el que la naturaleza se prodiga y regala en otoño, sea para que en el bosque los más pequeños "no dejen huella de destrucción".
La cultura micológica en Pinares está presente en la gastronomía y también en la decoración. Y a mayores, a afluencia de gente a esta demarcación soriana, que acude a las rutas micológicas "con cesta nueva, a estrenar: en muchos casos creen que es llegar y llenar, o como ir al mercado y comprarlas", bromea. Aún así, resulta "bonito" enseñar a quien nunca ha acudido al monte para recoger setas ya que "está al alcance de cualquiera el aprender, el repetar, el admirar".
Y también observa que los foráneos, que en su partida, "se van con una mirada distinta de la que traían a su llegada".
Pinares mantiene, de generación en generación ese amor por el cuidado de sus árboles. "Aquí, para los niños resulta fácil, porque lo tienen muy aprendido, como el peligro que supone la destrucción por el fuego en los bosques. Todos tenemos que luchar para mantenerlos, porque al ser comunales esa actitud está muy arraigada".