REPORTAJES
Actualizado 08/01/2025 21:09:14
Sergio García

Mínguez es un hombre tan “de la tierra” y de la política local que, aun impulsado desde Ferraz, es difícil verlo como una imposición. Se trata de un político con un discurso sólido, reivindicativo con los suyos y muy, extremadamente, querido por los sorianos. Mejor político que gestor, Carlos Martínez tiene colmillo, estilo propio y es un convencido defensor de las agendas urbanas y de los ODS 2030.

‘La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida’. Ya lo advertía la mítica canción de Pedro Navaja, y vaya si te las da. Si no, que se lo digan a Carlos Martínez Mínguez (Soria, 28 de junio de 1973), quien hace un año ni intuía que comenzaría 2025 como líder del PSOE de Castilla y León y, mucho menos, que lo haría ungido por el dedo de Pedro Sánchez.

Un inesperado nombre para el acuerdo (De crítico a sorpresa)

Camino de las dos décadas como alcalde de Soria y enlazando mayoría absoluta tras mayoría absoluta, el run-run del posible salto de Carlos Martínez a otros escenarios políticos llevaba tantos años sonando de fondo en la cabecera del Duero que ya era prácticamente imperceptible. Mínguez siempre aseguró, y lo decía de verdad, que por él “sería alcalde de Soria siempre”.

Su legendario mal tino a la hora de elegir bando en las batallas nacionales del PSOE le ayudó a cumplir durante años con aquella, algunos dirán aspiración, otros promesa y otros maldición, de seguir en Soria. En 2012 era parte del equipo de Carme Chacón, que perdió por un puñado de votos ante Alfredo Pérez Rubalcaba; y en 2017 apoyó a Susana Díaz frente a Pedro Sánchez en medio del encendido debate del ‘No es no’ para la investidura de Mariano Rajoy.

Aquellas decisiones parecían cerrarle las puertas de la política nacional y, aunque siempre trabajó bien los pasillos de Ferraz y Moncloa cuando el PSOE tocaba poder con Zapatero o Sánchez, su futuro parecía más ligado a una de sus pasiones; el municipalismo en los grandes foros y la lucha por los equilibrios territoriales.

La Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), el Comité de las Regiones de la Unión Europea o la Asamblea de Ciudades y Gobiernos Locales de la ONU han ocupado su agenda, haciéndole viajar por los más diversos rincones del mundo predicando, no sin cierto éxito, la necesidad de preocuparse más por la igualdad territorial dentro de los propios países o regiones. Su futuro político parecía ineludiblemente ligado a uno de estos foros, mucho más que a un Ministerio, a una Secretaría de Estado o a un dorado retiro en el Senado.

Y es que, Carlos Martínez no es un sanchista de primera hornada, como si lo fue su predecesor Luís Tudanca, ni tampoco uno de primera fila. Mínguez nunca se ha remangado especialmente para defender al Gobierno de España en asuntos como las negociaciones con Junts o Bildu, o en la colonización de las instituciones públicas y, desde un prudente y a la vista efectivo perfil bajo, siempre ha querido marcar algo de distancia.

Ahora, el alcalde de Soria se ha convertido en una especie de tercera vía. Un nombre que, aun con el favor de Moncloa, ha logrado no irritar tanto a Luís Tudanca (con quien les une una buena y fluida relación) como para evitar que este compitiese en unas primarias. Con los ministros de la comunidad autodescartados y el PSOE de León inmerso en sus batallas internas y en el cuestionamiento de la propia autonomía, Carlos Martínez era el único candidato que tanto Ferraz como el equipo de Tudanca podían ver con buenos ojos.

Un político carismático, aunque sea en la provincia más pequeña de España, astuto y un hombre de partido. Un candidato con una notable experiencia en el poder que no tendría por qué resultar incómodo en ninguna de las otras 8 provincias de Castilla y León. Una candidatura impulsada desde Ferraz, pero con un hombre tan de la tierra (como lo definía ayer Tudanca) y tan de la política local que es complicado verlo como una imposición.

Así es cómo Carlos Martínez Mínguez, alcalde de Soria, se convirtió en el único candidato a dirigir el Partido Socialista de Castilla y León y en el futuro candidato del PSOE a la presidencia de la Junta de Castilla y León. Pero… ¿cómo es Carlos Martínez? Eso lo descubrimos ahora y prepárense porque ‘la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. ¡Ay, Dios!’

Del súper a la Alcaldía (trayectoria política)

El futuro secretario general del PSOE en Castilla y León es, desde el 27 de marzo de 2007, alcalde de la ciudad de Soria (unos 40.000 habitantes). En aquel momento fue el primer edil más joven en una capital de provincia de Castilla y León, y actualmente es el alcalde socialista más veterano de toda España, en cuanto a capitales de provincia.

En 2007 desembarcó en la Alcaldía tras un pacto con los independientes, que en la anterior legislatura habían dado el bastón de mando al PP. Desde entonces, cuatro mayorías absolutas incontestables, llegando en los mejores momentos a doblar en votos y concejales al Partido Popular y aguantando la crisis del bipartidismo o los bajos momentos del PSOE de Pedro Sánchez en el reciente 2023.

Aunque Carlos Martínez ha desarrollado la inmensa mayoría de su carrera en el salón de plenos municipal, Mínguez también es actualmente diputado provincial y fue, en sus comienzos cuando estaba en la oposición, procurador de las Cortes de Castilla y León. Secretario general del PSOE de Soria durante dos mandatos, también ha ocupado cargos importantes en la Federación Española de Municipios y Provincias y ha sido portavoz de esta en diversos foros y organismos de la Unión Europea o de la ONU.

Aunque Mínguez llegó a la alcaldía en 2007 abanderando el cambio, él ya era concejal municipal desde 1999. Durante esas dos legislaturas, fue primero concejal de gobierno de la primera alcaldesa de la ciudad, la socialista Eloísa Álvarez, y posteriormente portavoz de la oposición frente a la popular Encarnación Redondo. En su juventud, Carlos Martínez cursó estudios de la Ingeniería Técnica Agrícola en la propia Soria, se movió en el entorno sindical y trabajó como reponedor en un supermercado.

Un mejor político que gestor (Un socialista convencido)

Carlos Martínez es un animal político de primer orden, o al menos, muy por encima de lo que suele encontrarse en una provincia como Soria. Con un discurso consistente y ágil, Mínguez es un gran orador con un lenguaje coloquial y cercano que sorprende en los plenos y convence en las distancias cortas. Firme defensor del municipalismo, convencido socialista, ferviente impulsor del escudo social y adalid de la lucha contra la despoblación y la desigualdad territorial. Todo ello sin olvidar aspectos que le tocan su sensibilidad de hombre de izquierdas de manera especial como son el feminismo o la causa palestina.

Mínguez es realista, certero en el análisis y muy, muy reivindicativo. Esa capacidad para poner el grito en el cielo, como se vio durante la pandemia, y su habilidad para exigir y arrancar compromisos a los suyos, han sido claves para ganarse la confianza de los sorianos. El alcalde de Soria es un político con colmillo, que no duda en tirarse a por ella cuando ve una oportunidad. Así lo hizo cuando se plantó en una reunión de los mejores fotógrafos de España en el Círculo de Bellas Artes de Madrid para ofrecerles “un edificio, no, dos” y amarrar para Soria el Centro Nacional de Fotografía.

Oportunidades que, en muchas ocasiones, solo él ve. Como su apoyo a los presupuestos municipales de un PP sin mayoría en el consistorio o como cuando en 2017 impulsó el congreso ‘Think Europe’ que muchos no entendimos pero que puso a Soria y la problemática de la despoblación en la agenda comunitaria. Mínguez es un fiel convencido de la Agenda 2030 y firme defensor de las diferentes Agendas Urbanas, posicionamiento que le ha venido de lujo para arrancar cuantiosos y numerosos fondos para la ciudad.

En contra de lo que pudiera parecer, Mínguez es un político que no descuida sus gestos. Desde la foto del Che Guevara en un lugar prominente de su despacho hasta su prolífica presencia en la red social Twitter (ahora X) donde se unió ya en 2010 donde se define como “zurdo” y desde donde lo mismo impulsa un SOS para la sanidad soriana que la celebración de una verbena.

Aunque no pueda presumir de vista si puede hacerlo de su buena percha y su media melena, que junto con su habitual chupa de cuero le dan aspecto de vieja rockstar. La vestimenta es una de sus señas de identidad y es que, aunque no es alérgico al traje, e incluso a la capa castellana para las ocasiones especiales, suele apostar por prendas más cómodas como las chaquetas de pana y los jerséis de cuello alto. Todo sin olvidar su mítica palestina, ya hemos dicho que no da puntada sin hilo, con la que recibió en Soria a Pedro Sánchez en la última ocasión.

La talla política del alcalde de Soria es reconocida por todos, tanto dentro de su propio partido como fuera, desde donde se ve su figura con una mezcla de envida y frustración. Otra cosa es la capacidad de gestión y resolución de problemas en el día a día. Dos décadas de cómoda mayoría absoluta y legislaturas sin algo que se haya podido considerar una verdadera oposición, le han abocado a una gestión del ‘todo vale’.

A la no necesidad de pactos se han sumado las nulas ganas de buscar acuerdos, generando en el Ayuntamiento de Soria un verdadero totum revolutum en materia de personal. Con la RPT caducada desde 2013 y un PGOU de 1994, decenas de veces enmendado, pero nunca renovado, la oposición le realiza constantes críticas por amiguismo, falta de control y transparencia en el día a día del Consistorio. Una oposición que ve en la elevada presión fiscal de la ciudad la forma con la que el equipo de gobierno tapa su ineficiencia en la gestión del dinero público.

La Soria de Carlos Martínez (su modelo de ciudad)

Desde su llegada a la Alcaldía, Carlos Martínez impulsó una ambiciosa renovación de la ciudad, con la peatonalización total de dos centros neurálgicos del tráfico capitalino como eran Mariano Granados y Espolón. En paralelo, ha apostado por la `pacificación’ de la almendra central de la capital y la recuperación patrimonial – al amparo muchas veces del 1,5% Cultural del Gobierno- como motor turístico, económico y social de la ciudad.

Además, su equipo de gobierno ha apostado de manera sostenida y consistente por la cultura y el deporte como señas de identidad de la ciudad y como servicio público a los ciudadanos. Desde los festivales de las Ánimas, los Cortos o el Otoño Musical Soriano pasando por una, muy numerosa para la población de Soria, oferta de espacios deportivos.

En la cruz, su incapacidad para atraer actividad industrial a los polígonos de la ciudad, una elevada presión fiscal, especialmente focalizada en el IBI, un impuesto que ideológicamente Mínguez ve como el "ideal y el más justo" para financiar su modelo de ciudad, y la creación de una ciudad incómoda para los coches. Son muchos los sorianos que han criticado su apuesta por el adoquinado y que ven en esas obras de ‘humanización’ y ‘pacificación’ atascos que antes no existían, numerosos problemas de aparcamiento y trayectos mucho más largos en coche.

El proyecto político para Soria del líder socialista está tremendamente alineado con la Agenda 2030 y con las agendas urbanas internacionales. Algo no exento de polémica, pero que le ha permitido lograr importantes cantidades de fondos europeos y nacionales, especialmente ahora gracias al Plan del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, los fondos Next.

En el último lustro, Carlos Martínez también ha logrado arrancar al ejecutivo de Pedro Sánchez proyectos importantes que deberían suponer un antes y un después para la ciudad. El futuro Centro de Procesamiento de Datos de la Seguridad Social (200M€ de inversión estatal) deberá servir como ejemplo tanto de descentralización de instituciones como de eficiencia climática para empresas del sector privado. También en fase de construcción está el futuro Centro Nacional de Fotografía que acogerá la ciudad y será gestionado por el Estado o el, este más polémico por razones obvias, Centro de Acogida de Refugiados.

En la misma línea se podrían incluir la apertura del nuevo Centro Penitenciario a las afueras de la ciudad o la remodelación de las travesías que cruzan la misma. No cabe duda de que la Soria de hoy es, para lo bueno y para lo malo, la Soria de Carlos Martínez Mínguez.

Devoción popular, Fiestas e hiperliderazgo (su lado más personal)

Para entender el tirón social de Carlos Martínez Mínguez, igual que para entender Soria, es imprescindible meter en la ecuación las Fiestas de San Juan. Festejos en torno al sol, al vino y al toro que se prolongan durante más de un mes con la llegada del verano y donde la devoción popular por el alcalde de Soria alcanza su máximo nivel. Todo pese a las incongruencias que unas fiestas de este tipo podrían suponer para un alcalde socialista (por poner un ejemplo, su peña fue la última de la ciudad en admitir que las mujeres desfilasen con el chaleco de la misma allá por 2017).

Cuando otros alcaldes se reservan para su gestión directa carteras como Hacienda o Urbanismo, Carlos Martínez Mínguez siempre ha elegido hacerse cargo del apartado de festejos. Muchedumbres coreando ‘no estamos todos falta el alcalde’, manteos en los momentos clave, invitaciones espontáneas a comitivas o balcones y hasta reparto de estampitas (al más puro estilo Lalachus y la vaquilla del Grand Prix en las pasadas campanadas) se han convertido ya en una tradición en Soria.

No es extraño ver en el monte o en las verbenas a los más jóvenes haciéndose selfies con el alcalde o al propio alcalde mediando y separando en las peleas. Carlos Martínez se torna en protagonista al convertirse en un soriano. Esa cercanía le lleva, en no pocas ocasiones, a pasar la delgada línea que puede convertir una tontería en una crisis reputacional. La última, su viral en toda España paseo en Papamovil durante las fiestas de un pueblo. Sin duda él y su equipo deberán cuidar ahora mucho más su imagen y apariciones públicas.

Esa afición por las Fiestas (las de Soria, con mayúscula) y por la fiesta (la del cubalibre y la Mahou en la barra de bar) han llevado a la oposición más feroz a asegurar que Carlos gana la Alcaldía en los vermuts y con la juerga nocturna, como si ello fuera óbice para tener otras virtudes políticas o fuera, en el caso de Soria, condición suficiente para asegurar el voto.

Sea como fuera y a pesar de que él siempre ha hablado de “primero el proyecto, luego el equipo y después el líder”, lo cierto es que el gobierno socialista en la ciudad de Soria no se puede entender sin el hiperliderazgo que Mínguez representa. Un Ayuntamiento personalista y un equipo de gobierno entregado al líder que ahora se abre a la imposible tarea de sustituir a Carlos Martínez. Concejales como Ana Alegre, Eder García o Javier Muñoz seguro que han sufrido un escalofrío al pensarlo… pero eso ya, para otro artículo.

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