Causó alarma, dolo y estropicio
en romeros-automovilistas,
obligando a tener más vista,
en las fiestas del solsticio.
Un capitán valeroso,
con todo un destacamento,
se ha frenado, de momento,
por un asunto escabroso.
Causó alarma, dolo y estropicio
en romeros-automovilistas,
obligando a tener más vista,
en las fiestas del solsticio.
Cayeron conductores como moscas,
que aún sin decir que iban 'moscos',
animadillos sí, y sin comerse un rosco,
inermes ante control que se embosca.
Mas hete aquí que uno,
ciudadano protegido,
creyéndose sobreseído,
quiso escurrirse, el muy tuno.
Se rebeló, bufó e insolentó
ante la pareja, que correcta,
le cursó 'receta', circunspecta,
ante el "no sabéis quién soy yo".
Y aquí comenzó el desmán,
cuando empleada municipal,
creyéndose muy principal,
al parecer, llamó al capitán.
Abriéndose a la realidad,
pues la leyenda no acredita,
pero así pudo ser escrita,
la escena de la veleidad.
"Oye Bombilla, querido,
ya sé que demuestras celo,
pero corre un tupido velo,
que el multado es mi marido"
Y a partir de ahí me pierdo,
Pues todo se ha trastocado,
ni el conductor era el señalado,
ni hubo falta, era un acuerdo.
...al parecer,
entre la tal empleada,
y el capitán mentado,
por los servicios prestados,
como si fuera un brigada.
El capitán está aparcado,
de momento, por sus jefes,
ya nada es lo que parece,
pero el daño está causado.
Que es todo gran desazón
y perjuicio, a una gran Institución.