San Saturio 2024: Programa, horarios y todos los eventos
San Juan XXIII pisó siendo patriarca de Venecia tierras sorianas. San Juan Pablo II, un hombre que a mi generación y a la de otros muchos, nos demostró y enseño el valor del trabajo.
Escribo estas líneas tras asistir, vía televisiva, a la ceremonia de canonización de San Juan XXIII y San Juan Pablo II en el Vaticano. Una solemnidad que por primera vez en más de 2000 años, ha producido la canonización de dos Papas de la Iglesia Católica en un mismo rito y ante la mirada física también, de otros dos Papas presentes hoy en la plaza de San Pedro de el Vaticano.
En efecto, el santoral de la Santa Iglesia Católica tiene a partir de hoy dos nuevos santos proclamados con inmensa alegría y fervor y para disfrute como es lógico de todos los fieles.
Uno, el llamado Papa bueno y que en su corto pero intenso papado dejó una huella inquebrantable de sencillez. Una sencillez, que hoy se revaloriza con esa santidad plena que también en vida disfrutó y transmitió a los demás. A él le debemos, por ejemplo, que hoy en la misa, el celebrante, no le de ya la espalda al pueblo como ocurría antes. Un nuevo Santo, decía, que muchos desconocen pisó siendo patriarca de Venecia tierras sorianas, como bien testimonia la placa presente en la fachada de la iglesia de los Franciscanos de Soria, y dentro de cuyos muros descansó unos momentos el hoy San Juan XXIII, para continuar con su viaje.
El otro, el llamado Papa viajero. Un hombre que a mi generación y a la de otros muchos, nos demostró y enseño el valor del trabajo, la constancia y el sufrimiento extremo por y para los demás, demostrándolo como lo hiciera también Cristo hasta el final de sus días. Un Santo, proclamado hoy también y al que tanto hay que agradecerle por su lucha incansable contra las desigualdades, en unos momentos convulsos donde sus inicios como Papa no fueron nada fáciles pero en donde con tesón y fuerza logró vencer al férreo comunismo. Un hombre, que además amó a España y a sus gentes como pocos y que tantas veces nos visitó con afecto y devoción.
Hoy es un día grande para millones y millones de católicos. Un día de esperanzas renovadas y sobre todo, un día para pedirles a estos nuevos Santos de la Iglesia Católica, que protejan a este también hoy convulso mundo, en donde tanta falta hacen esos valores que a estos hombres, los han elevado a los altares.