Hay libros que te dejan una sensación tan extraña que necesitas espaciar el tiempo para intentar asimilar lo que ha supuesto su lectura. Libros que te atrapan de tal manera que resulta inexplicable incluso tratar de explicar lo que te pasa por la cabeza una vez cerrados.
No hay duda que Aniquilación es una de esas lecturas, ya que crea en ti el suficiente desasosiego, incluso vacío, que parece trasladarte al espacio físico y mental en el que se mueven sus protagonistas.
Quizá lo más curioso de todo es la manera que tiene Jeff VanderMeer de introducirte en la novela. No necesita grandes descripciones, ni de los escenarios ni de los personajes, ni siquiera amplios párrafos para que te veas envuelto en la atmósfera que respira el libro. Incluso las protagonistas resultan tan anónimas como el desconocimiento de sus nombres, serán sus profesiones las que traten de ponernos en situación para que seamos nosotros mismos los que evaluemos tanto su físico como su estado mental. Por no existir, salvo leves pinceladas, no existe siquiera una descripción pormenorizada del Área X en la que se mueven las protagonistas, de hecho será muy avanzada la novela (la primera parte de la Trilogía Southern Reach) cuando recibamos información sobre el escenario natural en que se mueve una de las mujeres que protagonizan la novela.
Pero de inmediato, desde la primera página, en nuestra mente, en nuestra imaginación, empiezan a bullir imágenes, a dibujarse los escenarios, los rostros, las armas, los espacios a los que parece no prestarles la mínima atención el escritor. Pero están ahí, y somos los lectores los que vamos señalando, a medida que avanzamos en la lectura, que movimientos, que escenas se van superponiendo.
En poco más de doscientas páginas Jeff VanderMeer logra ponernos nerviosos, al límite de nuestras fuerzas mentales, como si fuésemos miembros de la expedición que trata de sonsacarle el misterio al Área X. De inmediato nos sumimos en la confusión, en esa atmósfera agobiante que se va generando alrededor de las cuatro protagonistas y que hace que la confusión se adueñe de ellas. Y claro, de nosotros, que sentimos como nuestra respiración se agita, de que estamos a punto de gritar para pedir ese tiempo muerto que nos tranquilice.
y sin embargo somos incapaces de parar, de dejar el libro de lado y descansar, queremos seguir leyendo, comprobar hasta dónde somos capaces de llegar para descubrir ese misterio que envuelve el pasado y el presente del Área X.
Una novela que consigue, como muy pocas lo hacen, que formemos parte de una atmósfera opresiva, que dejemos a un lado lo que sucede en las mentes de las protagonistas, para observar que es lo que nos está pasando a nosotros. Y, por encima de todo, vuelve a dar una valor impagable a nuestra imaginación, a descubrir que somos nosotros los que vamos formalizando el espacio físico en el que se mueven las anónimas mujeres que tratan de buscar explicaciones dónde todo son incógnitas.
Blog de César Millán