Como españoles, no debemos ni por un solo día olvidar lo que esta repugnante acción ? y por desgracia otras muchas a manos de los mismos ?, supuso para nuestro país y nuestra reciente historia.
Diecisiete años desde aquel caluroso verano, en donde a los españoles de bien se nos heló el corazón tras la atroz acción de los inhumanos terroristas de ETA, que tras secuestrar al joven popular vasco decidieron arrancarle la vida mediante varios tiros en la nuca. Diecisiete años, en definitiva, desde ese día infame donde quedó patente la ignominiosa presencia de seres que jamás deberían de haber nacido del vientre de sus madres.
Como españoles, no debemos ni por un solo día olvidar lo que esta repugnante acción ? y por desgracia otras muchas a manos de los mismos ?, supuso para nuestro país y nuestra reciente historia.
Corren nuevos tiempos en donde algunos se afanan en pasar página de forma rápida olvidando los fríos nichos donde descansan los ultrajados . Otros directamente continúan justificando mediante la falsa política populista y telepredicada, y que recuerda a otros regímenes de lengua hispana, que estas acciones estaban supeditadas a un problema político; pero si queremos realmente que estos terribles asesinatos no caigan en el olvido, ahora más que nunca debemos de seguir siendo implacables contra los herederos y simpatizantes de esta putrefacta estirpe.
Personas como Miguel Ángel Blanco no tuvieron opción alguna de escribir su propio futuro. No caigamos nosotros pues, en el gravísimo error de negar a su recuerdo, la verdadera dignidad y justicia que se merece. Frente a la comodidad que puede suponer mirar hacia adelante, ayer, hoy y mañana más que nunca, mantengamos vivo el recuerdo y la presencia, de quienes habiendo dejado huella en las tristes páginas de nuestro país, merecen solo por ello, estar también en las de los grandes hombres de España.