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El alcalde del hormigón

El alcalde del hormigón

Actualizado 17/11/2014 10:45

Hacer cosas siempre está bien, otra cosa es ya, cómo hacerlas y sobre todo, hacerlas con cabeza y no al dictado de otros poderes que no deberían de interferir.

Vienen siendo habituales las voces que surgen desde distintos ámbitos alabando las buenas obras del alcalde socialista de Soria Carlos Martínez. Unas voces que intentan grabar a fuego en las mentes de los sorianos la idea de que por fin Soria está cambiando a base eso sí, de acero, adoquines y hormigón; unas voces, en definitiva, que bien utilizando el miedo o la amenaza, tratan de aniquilar a todo aquel que no ve las bondades de las obras del centro. En cambio, esos altavoces tan serviles y leales al aparato municipal, nada dicen ? porque eso no interesa ? de la deuda municipal que día a día se engorda gracias a las "buenas" obras del alcalde, como un cerdo vísperas de San Martín.

Y es que ese aparato tan volcado en trasladar el eslogan oficial de "o estas con nosotros o estás contra nosotros" se extiende como una peste del siglo pasado, y lo que es peor, se ceba maliciosamente con que ese "contra nosotros", engloba que aquellos que somos críticos con el aparato oficial vamos contra unos empresarios que reconociendo pueden existir, en ningún caso son la inmensas mayoría como de forma espuria nos quieren hacer ver. Créanme que las generalidades en política no son buenas, y por tanto, allá con quienes juegan con la voluntad de todos cuando a veces sólo representan la de uno mismo o en otros casos la del mismo siempre. Pero de lo verdaderamente importante, de lo sustantivo como decía que representa la deuda municipal, nada de nada. Que tengamos una deuda ya de 35 millones de euros parece no importar lo más mínimo al alcalde del hormigón por excelencia.

La cosa es más grave de lo que parece, porque esa deuda, auque sea uno solo el que la crea, nos la está endosando a todos y cada uno de los vecinos de Soria, y lo que es peor, está hipotecando sin ningún atisbo de duda, el futuro de una ciudad que más adelante puede verse obligada a decir no a proyectos que puedan ser beneficiosos. Hacer cosas ?no me malinterpreten? siempre está bien, otra cosa es ya, cómo hacerlas y sobre todo, hacerlas con cabeza y no al dictado de otros poderes que no deberían de interferir en la política municipal. Lo contrario es lo presente; estar atado de pies y manos, hipotecando el futuro del bolsillo de los vecinos y el de una ciudad, que en su continente y contenido, está hecha unos zorros.

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