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La Pascua del enfermo

La Pascua del enfermo

Actualizado 10/05/2015 13:27
Gerardo Melgar

Sabiduría del corazón es estar dispuestos a servir al hermano convaleciente de tal manera que podamos ser los brazos, los ojos y los oídos de esas personas que, por su dolencia, pasan por una situación de debilidad y necesidad especial.

En este VI Domingo de Pascua, en el que actualizamos el misterio de Cristo que pasó de la muerte a la vida, la Iglesia nos propone celebrar la Pascua del enfermo. Hoy y siempre el centro de nuestras miradas (y de las plegarias que nacen del corazón) debe ser la persona del enfermo y todos aquellos que se ocupan y cuidan de él.

El enfermo, su atención y cuidado son una de las acciones pastorales a las que más atención presta la Iglesia. En efecto, son muchas las instituciones, los religiosos y religiosas que tienen como misión fundamental esta dedicación a los enfermos. En las parroquias, tanto de manera individual como organizada, son muchas las personas que se acercan a los enfermos. Nunca podemos dejar de hacer una mención especial a los profesionales de la salud que se dedican al tratamiento y curación de las enfermedades: su entrega a los enfermos es uno de los mejores ejemplos que puede recibir el mismo enfermo pues, en medio de sus sufrimientos, le lleva a dar gracias a Dios por tener cerca personas que se ocupan de su salud y de su misma vida. Fundamental en el cuidado de los enfermos es la propia familia que le da atención, cariño, cercanía, le arropa y le acompaña compartiendo el dolor como algo propio.

Este año celebramos la Pascua del enfermo con el lema 'La salud y la sabiduría del corazón'. La sabiduría del corazón no es un saber teórico ni abstracto sobre el enfermo sino una sabiduría infundida por el Espíritu Santo en el corazón de los que disfrutan de salud para saber acompañar, ayudar, estar al lado y servir a los enfermos, a todas esas personas que están pasando por una situación de especial debilidad y que tienen especial necesidad del interés, la ayuda y la entrega de los que disfrutamos de salud.

Sabiduría del corazón es estar dispuestos a servir al hermano enfermo de tal manera que podamos ser los brazos, los ojos y los oídos de esas personas que, por su enfermedad, pasan por una situación de debilidad y necesidad especiales. Sabiduría del corazón es saber salir de nosotros mismos para centrar nuestra atención y nuestra mirada en el otro, en el enfermo, que necesita ser valorado y animado; centrar la mirada y la atención en el enfermo que necesita de la dedicación de los que disfrutamos de salud, de un servicio lleno de generosidad y disponibilidad para hacerle ver que no es un estorbo en nuestra vida sino que lo hacemos llenos de amor y de buen grado. Sabiduría del corazón es estar con el enfermo, acompañarle, saber pasar tiempo a su lado con buena cara y la mejor de las sonrisas. Sabiduría del corazón, en definitiva, es saber ser solidarios con los hermanos enfermos, compartiendo con ellos su dolor, interesándonos continuamente por ellos y poniendo lo que esté de nuestra parte para hacerles más llevadero su dolor y sembrar en su vida la esperanza.

Celebrar la Pascua del enfermo debe ser una ocasión para renovar nuestro compromiso de atención, ayuda y amor a los enfermos. Y este compromiso debe llevarnos a descubrir en el enfermo el rostro de Cristo sufriente: rostro debilitado por la enfermedad, necesitado de cariño y que pide nuestro amor, sin olvidar nunca que un día nos pedirá cuentas de lo que hicimos con nuestros hermanos.

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