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¡SALVAJADA!

¡SALVAJADA!

Actualizado 21/09/2015 17:36

Estoy completamente seguro de que a El Toro de la Vega le quedan muy pocas ediciones. Un pueblo no puede soportar durante mucho tiempo ser el centro del universo por algo tan negativo.

"Realmente el hombre es el rey de las bestias, porque su brutalidad excede la de ellas. Vivimos de la muerte de otros, somos como cementerios andantes. Llegará el momento en que el hombre verá el asesinato de los animales como ahora ve el asesinato de los hombres."

Leonardo da Vinci

Desarrollando la aseveración de Leonardo, podríamos concluir que el grado de desarrollo de un pueblo o país viene determinado por el modo en el que éste trata a sus animales. Desarrollo no sólo en un sentido económico o industrial, sino más amplio: cultural, ético, de respeto, de tolerancia, etc, esos valores intangibles que en el fondo son los que hacen que la vida merezca la pena.

Y en lo que se refiere al respeto a los animales, en el país de la piel de toro queda mucho trabajo por hacer. El buen trato a los animales es una asignatura pendiente. Existe todavía una mentalidad utilitarista, en virtud de la cual, si un animal no "produce", nos deshacemos de él. Sólo tenemos que fijarnos en las alarmantes cifras de perros abandonados cada año, en las salvajadas que a menudo acompañan al abandono o la utilización del sufrimiento animal, gratuito e inexplicable, en la celebración de la fiesta del patrón de turno.

Pero el paradigma del maltrato animal es, a día de hoy, El Toro de la Vega de Tordesillas, un espectáculo que a una inmensa mayoría ciudadana nos parece aberrante y con el que inexplicablemente, algunos y algunas disfrutan. Consiste la "fiesta" en que cientos de personas armados con lanzas acorralen y acuchillen a un morlaco hasta darle muerte. Las imágenes del calvario por las que pasa el animal hasta que muere han dado la vuelta al mundo y han puesto en el centro de la polémica a Tordesillas, a sus ciudadanas y ciudadanos y por supuesto, el festejo en sí.

La unanimidad es clamorosa y a casi todos nos parece una barbaridad El Toro de la Vega. No es una cuestión de cultura, ni de estudios, ni de clase social: es una cuestión de sensibilidad, de que te conmueva lo que sucede a tu alrededor. Se trata de empatizar con el sufrimiento ajeno, sea de un humano o sea de un animal. Y cuando escuchamos los argumentos que esgrimen los defensores del festejo, entendemos por qué le cuesta tanto avanzar a este país.

Personalmente no soy partidario de las prohibiciones. Sólo sirven para generar división y resquemores y por eso pienso que la altisonante declaración de Pedro Sánchez, asegurando que prohibirá El Toro de la Vega cuando sea presidente del gobierno, quedará en nada. Estamos ante la manoseada formula del bipartidismo de legislar a golpe de actualidad.

Sin embargo, estoy completamente seguro de que a El Toro de la Vega le quedan muy pocas ediciones. Un pueblo no puede soportar durante mucho tiempo ser el centro del universo por algo tan negativo. De momento, el propio regidor del lugar ha anunciado un referéndum para el próximo año. Algo es algo.

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