Alejandro Aravena, ganador del premio Pritzker 2016

El premio Pritzker, máximo reconocimiento en el mundo de la arquitectura concedido anualmente, ha saltado a los medios de comunicación este año tras la elección en su 41 edición como ganador a Alejandro Aravena. Este galardón, creado a finales de los años 70 en EEUU, se entrega a arquitectos de cualquier parte del mundo que hayan destacado por su talento y su contribución al enriquecimiento de la humanidad.

En la edición de 2016, se ha suscitado mayor atención por parte de los medios de comunicación que en ocasiones anteriores, ya que tradicionalmente se ha premiado la trayectoria del arquitecto, así como la demostración de los máximos niveles de creatividad, funcionalidad y calidad en el diseño y las construcciones, mientras que en este año, siguiendo la línea iniciada tímidamente en otras ediciones, se ha premiado una mayor implicación en los problemas de tipo social, así como con el mundo político y los intereses y necesidades sociales. Este es un acercamiento a los intereses actuales que aproxima el mundo de la arquitectura al público general, a menudo interesado en encontrar el arquitecto de interiores correcto, hacer reformas en sus hogares y seguir las últimas tendencias al construir viviendas eficientes y sostenibles.

Desde sus inicios, este premio tan sólo ha recaído en dos ocasiones en manos femeninas, las de Zara Hadid, en 2004, y a Kazuyo Sejima en 2010.

Alejandro Aravena, el primer chileno en recibir el premio, tiene en su haber una extensa producción de obras tanto privadas como públicas en diversos países como China, Suiza, EEUU o Méjico, y se ha involucrado activamente en las políticas públicas relacionadas con la crisis mundial de la vivienda, logrando construir 2500 viviendas sociales a través del Do Tank Elemental. El jurado del galardón ha destacado el profundo conocimiento de la profesión de este arquitecto de 48 años, ampliamente demostrado en sus publicaciones, diseños y activismo.

Junto con el reconocimiento de Aravena, el premio de Shigeru Ban en 2014 y el de Frei Otto en 2015, el premio Pritzker parece decidido a destacar arquitectos que traspasen los límites tradicionales de la disciplina, ofreciendo soluciones a las problemáticas más urgentes de la sociedad.