No hace ni tres días que en una acto en Barcelona se ha vuelto a producir una actuación contra las creencias de miles de españoles, adulterando de forma ofensiva el rezo del padre nuestro.
Ahora bien, entre tanta convulsión ?justificada o no? últimamente estamos asistiendo a determinadas actuaciones que bajo el paraguas de la libertad de expresión están desde mi punto de vista cruzando unas líneas que deberían de ser inquebrantables.
Si hace unos días conocíamos cómo en un barrio de la capital de España se ofrecía a un público infantil una obra de títeres cuyo argumento lejos de ser para niños rozaba el más absoluto esperpento por su contenido ofensivo, no hace ni tres días que en una acto en Barcelona se ha vuelto a producir una actuación contra las creencias de miles de españoles, adulterando de forma ofensiva el rezo del padre nuestro.
Y es que fíjense que en este tipo de polémicas, son siempre los católicos el centro de esas dianas colocadas por los llamados garantes de la cultura; unos verdaderos iluminados, sí, pero que en el fondo de su ser, no son sino un atajo de cobardes que con otras religiones sí tienden a 'atarse los machos' agachando la cabeza para evitar un mal mayor.