El murciano logra una gran faena en su primero, de nombre 'Lagartijo'. Morenito de Aranda y Martín Escudero poco pueden hacer con sus respectivos lotes. Devuelto el cuarto de la tarde tras ser abucheado por un sector de la afición, pese a haber pasado el reconocimiento de la mañana: al parecer, la cuerna no era del gusto de la autoridad.
Segunda de feria la de este Sábado Agés en el coso de San Benito de la capital soriano. Una corrida de Adolfo Martín con dos cinqueños y cuatro cuatreños para Morenito de Aranda, Paco Ureña y Martín Escudero.
Poco podía hacer Morenito de Aranda con 'Malagueño', el primero de la tarde. El de Adolfo Martín pisaba el albero de La Chata con poca boyantía y entraba al capote sin ritmo ni transmisión. Ante el peto, se iba el morlaco al relance haciendo romper la vara al picador, que después se empleaba sin problemas para no mermarle fuerzas. Tras un aseado tercio de banderillas, el matador del se iba a los medios para brindar al público, confiando en el cuatreño iba a cambiar sus intenciones. Pero no. 'Malagueño' no bajaba la cara, y por el derecho avisaba dos veces al arandino buscando las zapatillas del diestro, que no esperó a una tercera ocasión. Tomó el acero y cobraba una buena estocada, algo tendida, que hacía echarse al toro en los medios. Palmas para el torero tras el arrastre de un primero sin historia.
'Monerías' el cuarto, fue silbado en su salida por una fisonomía que no gustó en los tendidos. La cara de cornivueto y cuernipaso, -con los pitones altos y hacia atrás-, típico del encaste de la ganadería, era respondida por la presidencia con la devolución del astado a los corrales, pese a que la fisonomía no era obstáculo para la lidia. Una incoherencia que a priori no se explica, sobre todo tras el sorteo de esta mañana donde el cinqueño pasaba el control sin problemas.
En el cuarto bis, Morenito lanceaba con el percal con buenas maneras. 'Madroño' recostaba su cara con buenas maneras al cite. Cerrado un corto tercio de varas, el astado no se empleaba con codicia en banderillas acusando falta de fuerzas, aunque el diestro brindaba al público. El toro, parado, se desentendía del matador y entraba al engaño de mala gana, distraído, soso, rajándose finalmente, con lo que el arandino tomaba el estoque de verdad, echando mucha voluntad para cuadrar al toro. Un primer encuentro con media estocada requería pues, un segundo, y un tercero, y así varios, ante la desesperación del aforo. Visto que el animal no hacía nada por embestir aunque daba arreones tras los pinchazos, el descabello daba con la vida del segundo de su lote.
Ureña se estrenaba en el coso de San Benito con 'Lagartijo', un toro en la línea de Saltillo, con cara seria y aunque algo cornicorto, parecía dar muestra de sus condiciones para la lidia con los primeros lances de bella factura, apretados y cerca de tablas que supo agradecer el respetable. Un puyazo bastó, para tras las banderillas, comenzar el murciano con la muleta y donde toreando al natural, logró bellas series, con temple y midiendo el recorrido que brindaba el de Adolfo Martín. Y sobre todo, la última, al natural, que hizo levantar los ánimos del tendido. Con el acero, el diestro lograba un magnífico volapié que hacía rodar como una pelota al morlaco. Dos orejas, sin discusión, abrían la puerta grande.
En su segundo, un toro largo llamado 'Chaparrito', Ureña lograba unos buenos lances con el percal, bajando las manos para robarle fijeza al cinqueño. Una escasa puya dejaba al animal con muchos pies ante los banderilleros, que pasaban sus apuros. El matador brindaba a Juan Mora, en el tendido, la faena en la que buscaba repetir triunfo como en su primero. Y lo hacía con cierta sobriedad al inicio, con pases a cámara lenta por el pitón derecho y muletazos largos al natural, aunque sin la ligazón que siempre. La irregular fijeza de 'Chaparrito' impedía la brillantez, yendo a menos en sus fuerzas, con lo que Ureña que se veía desarmado en varias ocasiones: no lograba hacerse con el toro, poco remiso a requerimientos. Llegado el tiempo del acero, más largo, el diestro cobraba una estocada tendida y tenía que echar mano a la cruceta, con la que pasaportaba al de Adolfo Martín en el primer intento.
Martín Escudero volvía a Soria tras haber tomado la alternativa en esta plaza el año pasado. Su primero salía con poca fijeza, que el diestro trataba de corregir con verónicas pegado a tablas pero el toro hacía salía sin fijeza hacia otros lares. En el caballo, el astado se empleaba con ganas, volviendo sin requerimiento al peto por segunda vez, pero sin defensa por parte del varilarguero. En banderillas, el toro arreaba y salía suelto lo que requirió una laboriosa brega, y en el tercer par, el peón Víctor Pérez a punto estuvo de ser cogido, recibiendo un varetazo en el muslo izquierdo por esperar demasiado ante la cara del su enemigo. Tras el susto, Escudero iniciaba su faena y para evitar apreturas, sacaba al toro a las afueras. Con todo, la fijeza del cuatreño fue ahormándose por momentos, aunque miraba y escarbaba con síntomas de poca bravura, con oleadas y velocidades distintas ante el embroque que el diestro trataba de reconducir. Apenas tenía un buen pase. A la salida de uno de ellos, el animal le enganchaba por la rodilla, que pasaba momentos de apuro aunque sin caer a tierra. Después, a por el estoque. Entraba en falso en el primer viaje y en el segundo, también con otro pinchazo sin soltar, intentando fijar la atención del toro. Y a la tercera, una estocada baja, entera con rueda de peones bajo el 4 cerraba la faena, sin reseñables incidencias.
En el último de la tarde, el joven matador, sobrino del ganadero, lanceaba con gusto y arte por delantales, cerrando la tanda con una revolera ligada con un pase de pecho con el percal (brionera), lo que le hacía acreedor de los aplausos en los tendidos. 'Monerías' idéntico nombre de uno de sus hermanos anteriores, parecía tener aptitudes para una buena faena, pese a que sus hechuras respondían a la línea Santa Coloma, no como el resto de los toros lidiados. Con un brindis al tendido, ante el mismo público que presenció su alternativa en 2015, Escudero daba aire al toro con pases largos con la diestra, aguantando y girando la muñeca con decoro. Y con la izquierda, tandas que tuvieron cierta hondura, mimando a su enemigo, el cual se dejaba hacer, aunque cabeceando a la salida de los viajes. Aún así, con tesón, y en los primeros encuentros de cada serie arrancaba conseguidos muletazos. El toro bajaba la cabeza aunque sin mucha transmisión, por lo que el torero cerraba, con dos intentos pinchando y una media estocada al tercer volapié que hacía recostarse al último de la tarde.