Nueva campana para la parroquia de Serón

Una nueva campana ya suena en la torre de Serón de Nágima. Este domingo era bendecida esta esquila que sustituye a la anterior, que llevaba el nombre de 'Santiaguera'. Esta última tenía una fisura que obligaba al cambio lo que le hacía sonar como originalmente se hacía.

La nueva campana ocupa ahora una de las troneras que estaban vacías en la torre del templo parroquial nagimense.

Una a incorporación a la que se ha sumado la automatización de las existentes y la modernización del reloj. Los trabajos han sido sufragados por cuestación de los feligreses quienes se mostraban satisfechos con este acto.

La ceremonia de bendición de la campana se realizaba primeramente en el altar mayor para el conjunto de los fieles. Sin embargo la bendición 'material' se ha realizado en la misma torre a la que han acompañado al párroco un grupo de vecinos que a subían por la empinada escalera de caracol de piedra donde pudieron comprobar los mecanismos automáticos de accionamiento y otros detalles técnicos de la instalación.

Las campanas constituyeron, durante siglos, unos auténticos medios de comunicación y difusión codificada de información a los vecinos. El sonido de estas era un elemento difusor de los avatares que se iban sucediendo en el mundo rural. En aquella época, todavía se estaba muy lejos en el tiempo de los modernos sistemas de telecomunicaciones que permiten comunicar, instantáneamente, cualquier acontecimiento o situación de cada persona en todo momento y desde cualquier lugar.

Los mensajes transmitidos por las campanas unas veces tienen carácter de alegría, (bautizos, bodas, fiestas patronales, etc.) y otras tristes (defunciones, incendios, desapariciones, etc.), ya que se corresponden respectivamente, con los acontecimientos gozosos o desgraciados que transcurren en la vida de los habitantes de los pueblos.

Las campanas, a través de sus sonidos, han estado presentes en el devenir diario de los habitantes del mundo rural y acompañaban al hombre desde los orígenes hasta el final de la vida.

Una poesía recitada en diversos algunos lugares de la provincia precogía magistralmente este hecho en las siguientes estrofas:

Las campanas de mi pueblo,

¡sí que me quieren de veras!

Cantaron cuando nací,

y llorarán cuando muera.