Las espumas y el olor típico de vertidos de aguas residuales urbanas sorprendieron a los senderistas, que el puente festivo del 15 de agosto paseaban por el cañón del río Val en Ágreda. Esta contaminación se apreciaba en el Pozo de las Truchas, que está a 4,5km aguas abajo de la EDAR de Ágreda-Ólvega.
En el punto de vertido de la EDAR se observaba un radical cambio de la calidad de agua, perceptible por el color, olor, y por la materia orgánica que se depositaba en la vegetación acuática afectada.
Los vertidos al río Val no son un hecho puntual. En el año 2012 la C.H. del Ebro abrió un expediente sancionador de 6.000 euros a los ayuntamientos de Ágreda y Ólvega por los vertidos de la EDAR, originados por filtraciones de aguas pluviales a las defectuosas redes de alcantarillado. Este problema estructural debió generar vertidos desde la inauguración de la EDAR en el 2008; pero sólo el vertido denunciado por los ecologistas fue oficialmente reconocido, y obligó a los ayuntamientos a solucionarlo.
En junio de 2015 otra vez fueron unos senderistas los que detectaron un posible vertido, similar al de hace unos días pero con un olor químico más intenso. El vertido fue puesto en conocimiento de la CH. del Ebro, sin que se haya recibido respuesta todavía.
El mal estado de sus aguas en el Cañón del Val impide el disfrute de las infraestructuras recreativas del río; y dificulta el cumpliendo los objetivos de alcanzar un buen estado de conservación del río, incluso para el periodo 2021-2016 tal y como plantea el Plan Hidrológico del Ebro. A fecha actual la contaminación del río es incompatible con la vida piscícola.
La contaminación y las espumas llegan al embalse del Val, que tiene previsto un uso de abastecimiento de agua de boca a poblaciones de Aragón y Navarra. Abastecimiento que va a estar obstaculizado por la acumulación de contaminación y su consecuente eutrofización y aparición de cianobacterias y cianotoxinas.
Paradójicamente la función de abastecimiento, que fue una de las excusas que justificaron la construcción del Embalse del Val, no ha sido correspondida con una deseable y esperable calificación de zona protegida para abastecimiento, que conllevaría una mayor exigencia y control sobre los vertidos al río Val.