Colgados como un tiesto

Nos ha dejado un buen hombre: Pepe, el del Lázaro, se ha marchado. Lo ha hecho con la discreción con la que hacía todo. Hombre cabal, buen tabernero, buen escuchador y buen padre de familia.
¿Cuántas generaciones de sorianos hemos pasado por allí a tomar nuestros primeros vinos? Él, siempre alegre, supo aguantar los tiempos en su taberna, manteniéndola intacta. Dudo que exista otra taberna en Soria con ese sabor.
Siempre alegre, pero sobrio en sus modales. Expendiendo el 'marisco' que en este bar tenía forma de cacahuetes. Lugar donde la lectura se hacía en vertical de los carteles con pátina que tiene colgados, escritos por pandillas en medio del jolgorio, pero siempre con buen tino y buen gusto.
Lugar de tertulias taurinas con los Adolfos, los Juanjos, los Bernal y tantos y tantos jóvenes que, antes incluso de la era informática, ya iban a chatear al Lázaro. Tiempo de rememorar en el bar los buenos tiempos del Paula, del Palomar y hasta de Manolete. Sus carteles hacían del lugar una embajada de Las Ventas. Y nombrados tantos y tantos personajes. Hasta el cura de La Barriada, también mentado con gracia y respeto en algún cartel.
Familia de artistas como él y querido por ellos, también ha sabido transmitir a otra generación su (nuestra) taberna con la misma tranquilidad que hacía todo. A su hijo, que ya no serás nunca más Pepito, ya serás Pepe.
Sirva de homenaje por su buenahombría y profesionalidad, estas líneas. Nos quedamos con un tiesto brindando.
Hasta siempre, Pepe.