Para conjunto medieval se delimita un entorno de protección, como el ámbito espacial necesario para la protección del mismo.
Durante el siglo X el impulso repoblador de los condes castellanos hacia el sur, ocupado por los musulmanes, supuso el establecimiento de una nueva frontera en torno al Duero. La respuesta del Califato será el reforzamiento de los sistemas defensivos mediante la construcción de fortificaciones, adecuándolas a la nueva situación de frontera. Dentro de este dispositivo militar aparecen las atalayas como torres destinadas a la vigilancia de las rutas y enlace entre las fortalezas más importantes.
Se conserva casi íntegro el sistema de frontera islámico del siglo X en la provincia de Soria, por lo que el estudio y valoración de estas construcciones debe realizarse en su conjunto, analizando estas construcciones en relación al territorio que las alberga y en unas coordenadas históricas determinadas, que permiten comprender el sistema de fortificaciones como un todo a la vez en el que se pude singularizar cada uno de los elementos individuales que lo componen.
En este sentido, se puede hablar de un sistema territorial de fortificaciones islámicas de la frontera del Duero en el siglo X, caracterizado por su homogeneidad geográfica y cronológica, así como por una misma tipología constructiva, en el que cada atalaya se comprende e interpreta en función de su pertenencia al conjunto, constituyendo este sistema una fuente de conocimiento de las condiciones de población y desarrollo de una determinada época histórica.
La Torre de Aldealseñor tiene una base de 9 x 7 metros y una altura de 26 metros, que decrece ligeramente su tamaño al ascender. La fábrica es de mampostería, con los remates en esquinas y ventanas de sillares de arenisca. Ha sufrido diferentes recrecidas y modificaciones. Conserva las ménsulas de lo que pudo ser un cadalso, así como los mechinales de la misma estructura un poco más abajo. Posteriormente, la torre se recreció, disponiéndose vanos bajo arcos lobulados y escarzanos. Se remata con dados que sostienen pirámides emboladas.
Junto a la torre defensiva bajomedieval, a finales del siglo XVI y comienzos del XVII se construye el palacio y se recrece la torre, que posteriormente sufrirá diferentes retoques. El palacio, se conforma como un edificio residencial de tres alas, la central cuenta con dos plantas y está realizada con sillarejos, mampostería y sillares en las esquinas y enmarcando los vanos. Destacan las dos puertas bajo arco carpanel y el escudo de la familia Salcedo sobre el acceso principal. De su cubierta destaca la linterna de ladrillo sobre la escalera de honor.
El ala este también presenta dos plantas, la inferior con una puerta de arco carpanel y en el superior una galería porticada de arcos rebajados sobre columnas toscazas. El ala oeste conserva en el piso inferior puertas con arcos carpaneles y dos pequeñas ventanas con tejadillos semicirculares. Las tres alas delimitan un patio cerrado por el sur por una cerca de mampostería que cuenta con una fachada de sillería con dos escudos que flanquean la puerta de acceso y esta rematada con almenas piramidales.
Torre en 1350
Respecto a su cronología, se sabe que en 1350 existía una torre en esta localidad, lo que da una referencia para los paramentos inferiores de la torre, cuyos orígenes algunos autores remontan al siglo X, por paralelos con los torreones del Rituerto y Campo de Araviana. Se tiene referencia de dos canteros que trabajaron en las obras del palacio, Francisco de la Gándara a fines del siglo XVI, que se cree que también realizó el remate de la torre, y Martín de Solano, que trabajó en el remate de la cerca en el año 1627.