El delegado territorial de la Junta, Manuel López, y el diputado de Cultura de la Diputación Provincial, Amancio Martínez, han presentado esta mañana, en el Aula Magna Tirso de Molina, dos esculturas restauradas que representan a San Pedro Nolasco y a la Virgen María, que probablemente formaron parte del retablo mayor que, en su día, estuvo en el Convento de Nuestra Señora de La Merced.
Esta intervención, que ha supuesto dotada con 13.431 euros, se encuadra en el 'Programa Uno x Uno' de la Consejería de Cultura y Turismo, mediante el cual la Junta de Castilla y León, a través de la Dirección General de Patrimonio Cultural, y la Diputación Provincial de Soria, en este caso, aúnan esfuerzos institucionales para recuperar bienes que forman parte de nuestro patrimonio cultural.
La Consejería de Cultura y Turismo actúa mediante un modelo de gestión patrimonial completo, como están siendo ya los 'proyectos culturales', los 'sistemas territoriales' y el 'Programa Uno x Uno', que conjugan la gestión integral y sostenible, la concertación institucional y la consideración del territorio como destinatario de las actuaciones.
Una vez restauradas, la talla de la Virgen María permanecerá en el Camarín y la de San Pedro Nolasco en el Aula Magna Tirso de Molina.
De autor desconocido, esta pieza de estilo barroco data del siglo XVII. Es una talla de madera de pino con policromía al óleo y dorada. En su elaboración se utilizó temple al huevo sobre oro, trabajado mediante estofados repartidos intercaladamente sobre los ropajes, así como sobre las volutas que aparecen en relieve.
El soporte estaba sumamente dañado por insectos xilófagos, como la carcoma, cuya acción había provocado un lamentable aspecto con daños en las aristas de las zonas salientes, como los vuelos de cada ropaje, bordes, esquinas y, en mayor consideración, sobre la estructura de la peana. Este hecho y el trato indebido sufrido por la pieza ocasionaron la pérdida de porciones de madera que fueron repuestas de manera poco ortodoxa y débil, motivando una precaria estabilidad. Además, había clavos y otros elementos metálicos, sobre todo en los brazos de la talla y de la peana.
Debido a la fragilidad que presentaba el soporte, la capa de preparación se encontraba en bastante mal estado de adherencia, presentando importantes pérdidas repartidas por toda la talla, especialmente en la peana. La madera se encontraba tan dañada que no garantizaba la adherencia del resto de las capas superiores, mostrando lagunas que solían coincidir con las juntas existentes entre los bloques que componen la talla o algunos raspados hechos en limpiezas indebidas.
Esta situación de la capa de preparación causó muchos desprendimientos, lagunas y falta de adherencia de la capa pictórica. Así mismo, la fotoxidación y el hecho de sufrir diferentes temperaturas y cambios de humedad ennegrecieron la imagen y tornaron los colores en más mates, provocando una distorsión estética y una incorrecta información visual.
Es una talla de madera de pino policromada al óleo al pulimento, también de autor desconocido. De estilo ecléctico, asimilable al neoclásico, y data del siglo XIX.
El debilitamiento del soporte provocó el movimiento del cestero y los anclajes de las extremidades de madera; y las piezas mal repuestas una estabilidad precaria, aunque permitía la correcta lectura de la obra. Como en el anterior caso, la talla también tenía clavos y otros elementos metálicos, sobre todo en los brazos y la peana, que han sido retirados.
El cestero está compuesto por tan solo tres varas verticales unidas desde el volumen de la cadera hasta la base, que es una plataforma de madera lisa, y presentaba una deformación capaz de provocar el balanceo de la talla superior hacia delante, lo que probablemente habría producido su rotura. Se ha procedido a afianzar los anclajes y añadir resina sobre los espacios sobrantes de cada de uno de los puntos de unión con el fin de consolidar la obra, logrando así corregir la posición de la talla.
Debido a que la caja que contenía la articulación del brazo izquierdo de la pieza era demasiado grande, el movimiento de este brazo era excesivo y basculaba, no pudiendo soportar la figura del Niño Jesús que forma parte de la pieza para su exposición.
La capa de preparación presentaba leves pérdidas, destacando las de la cara de la talla. En este caso, la policromía original se encontraba bajo numerosos repintes, presentando desprendimientos y faltas de adherencia provocadas por el maltrato del soporte. Además, toda la talla, al igual que la anterior, tenía la capa de protección oxidada y ennegrecida.
Cabe reseñar que durante el trabajo de restauración de esta pieza al retirar el corpiño de la imagen y su forrado inferior, se encontró en la sarga subyacente un pequeño sobre pegado a la altura del pecho de la Virgen en su parte central, con una plegaria datada en 1888, que por respeto y su piadoso contenido se ha decidido mantener en el mismo lugar.