Cuentas celestiales

En España se debate sobre asuntos que deberían llevar superados años. Debería aparecer un Freud de las idiosincracias del pueblo que nos iluminara sobre el porqué no resolvemos determinados temas.

Hoy hablaré del trauma con el mantenimiento de los guardianes de las almas y sus actividades. Léase, quién paga las religiones. Vale que en el régimen anterior que era confesional y bajo palio la religión formara parte de la superestructuras del Estado. Vale que como un elemento de transición el primer gobierno socialista firmara un Concordato con la Santa Sede que marcara el rumbo pacífico (reformista versus rupturista) hacia la laicidad total del Estado.

Pero han pasado más de 40 años y aquí está el papá Estado soltando dinero de los contribuyentes a la causa católica vía cruz en las declaraciones, pago de salarios a curas y profesores de SU religión, exenciones de impuestos (como el IBI), financiación de sus escuelas y colegios, y etc. Y digo yo que qué harán con estos dineros de origen público para que no quieran ser auditados por el Tribunal de Cuentas.

Y no sólo les pagamos su vida en este mundo, también se apropian y arramplan con todo lo que pillan. Podemos hablar de ermitas del pueblo, cementerios municipales, huertos del cura, casas del párroco y todos los inmuebles que la Ley de Aznar les ha permitido apropiarse mediante un sencillo movimiento en el Registro de la Propiedad. Vamos, una desamortización, pero al revés. Y aquí no pasa nada.

Y que conste que la culpa no es de la Iglesia católica, es de nuestros gobernantes que temen condenarse al fuego eterno si cumplen con la Constitución. ¿O no?