Muchas personas deciden reformar su casa porque la familia ha crecido, o, por el contrario, porque ha disminuido con la independencia de los hijos o, simplemente, porque lo que antes era funcional, ha dejado de serlo
Embarcarse en la aventura de la reforma puede generar mucho estrés. El primer paso es saber si se dispone de dinero, ahorros, microcréditos o préstamos de familiares porque, la mayor parte de las ocasiones, éste será el factor determinante a la hora de decidir si ha llegado el momento de hacer la reforma o si se prefiere esperar.
Las obras son complejas y fastidiosas en la mayoría de las ocasiones, pero una reforma bien planificada puede resultar llevadera. Durante estas líneas, se intentarán dar consejos sobre qué aspectos debes tener en cuenta para que no desesperarte ni antes, ni durante, ni después.
Lo primero, hay que decidir qué es lo que quieres reformar. Si tienes pensado cambiar algo a futuro, ¿por qué no ahora? Así te evitas empezar el proceso desde el principio otra vez, quizá, dentro de dos años. Por ejemplo, muchas personas saben ya que, tarde o temprano, quitarán la bañera y pondrán plato de ducha, una de las reformas más comunes a día de hoy. Si cuentas con recursos suficientes para poder hacerlo junto a cualquier otra obra, no lo dejes para más adelante por pereza, te ocasionará exactamente la misma o, incluso, más.
Hay que tener en cuenta también las fechas. Si te quieres meter en obras complejas, por ejemplo, suelos o techos, debes saber que, muy seguramente, no puedas estar en la casa hasta que no se termine, con todas las incomodidades que eso ocasiona.
Si quieres reformar distintas cosas del piso, intenta que sea de forma progresiva y no todo a la vez, primero una habitación y luego otra para garantizar la habitabilidad en todo momento.
Una vez se ha decidido qué se quiere hacer, toca el momento de pedir presupuesto a profesionales. En el mercado hay muchos, sobre todo en las grandes ciudades y capitales de provincia, y con precios muy variados. Ante la duda, se aconseja pedir, al menos, tres por cada trabajo que se necesite hacer, así se puede comparar y, generalmente, la inmensa mayoría se queda con el presupuesto medio, ni muy caro, ni muy barato. En este sentido, es una ventaja preguntar a personas conocidas que hayan hecho reformas o hayan trabajado con alguna empresa en particular y que estén contentas con los resultados. Así tendrás la tranquilidad de no equivocarte, sobre todo si has visto también cómo ha quedado el piso de ellas y te parece bien.
Aparte del precio y/o la profesionalidad, es importante también saber cuánto tiempo tardarán en hacer los trabajos. Seguramente, no te importará pagar un poco más si una determinada empresa lo hace en menos tiempo. No olvides preguntar, que vengan a visitar tu piso, vean qué es lo que quieres reformar y hagan una estimación, tanto del tiempo que tardarían como de lo que costaría. Apúntate todo para tener el control y ármate de paciencia, porque las reformas son fastidiadas, pero si los resultados son buenos, merecen la pena.