Los sorianos, Luis y Víctor Cano, conquistaron Aragón con su Peugeot 106 al conseguir la 1ª posición de piloto y copiloto, respectivamente, en el Campeonato de rallyes de la región.
Compiten para disfrutar, y aunque aseguran que "a todo el mundo le gusta ganar, hay que tener un poco de juicio, saber controlarte y saber hasta dónde puedes llegar, ya no tenemos 20 años".
Esta pasión por el motor se la transmitió su padre, copiloto amateur, como ellos, aunque realmente no iniciaron su andadura en el automovilismo hasta el 2006. Víctor fue el primero en empezar, tan solo dos años antes que Luis, y junto a la escudería a la que hoy todavía pertenecen, Automoto Soria.
Fue Luis el que se puso al mando del Peugeot durante el 2016, pero los Cano intercambian papeles, porque aunque les gusta mucho pilotar, aseguran que la función del copiloto es "muy divertida". Y no solo divertida, también muy importante, y es que "el copiloto no solo canta las notas, es el que manda en la carrera y el que puede evitar muchos golpes". Entre ambos tiene que existir una gran complicidad además de una "confianza ciega", y estos hermanos la tienen.
Antes de enfrentarse a un circuito nuevo, acuden un día fuera de la competición, "pasamos una vez, tomamos notas, y pasamos dos, tres o cuatro más para corregir". Al principio, eran muchas las correcciones de un pase a otro, pero ahora, con una pasada casi es suficiente, y "eso te lo da la experiencia", también fundamental para ser un buen piloto, que necesita tener "algo innato" y por supuesto, muchas horas de pilotaje.
Su lenguaje: "Izquierda 6 menos, ojo rasante". Corto, claro y conciso. Pequeñas claves que solamente ellos entienden porque cada dupla tiene las suyas. "Nosotros graduamos las curvas del 1 al 9, el 9 más abierta, y el 1 muy, muy cerrada".
Los dos hermanos son campeones del Slalom de Castilla y León, de Clase I, la de 1.600 cilindradas. Luis en el 2016, y Víctor en el 2008 con el coche más especial para ambos, un Citroën AX Sport. El vehículo fue el protagonista de una de sus anécdotas más divertidas, cuando mientras arreglaban una transmsión, su principal competidor les comentó que tenían en el suelo el motor. Algo que no creyeron al principio, pero que resultó ser verdad.