El alconabeño Francisco Delso Gonzalo celebra su cumpleaños con la emoción y los recuerdos de una prolongada existencia. Una vida ordenada y tranquila le lleva a alcanzar esta edad al mecánico de trenes que conoció el vapor en las locomotoras.
La residencia Fuente del Rey, del Grupo Latorre, ha celebrado este jueves un día especial con el abultado cumpleaños de uno de sus moradores. Y no era para menos. Francisco Delso Gonzalo conmemoraba precisamente hoy sus 107 años de existencia.
Nacido en Alconaba, conserva la mente lúcida, donde se agolpan "muchos, muchos recuerdos" sin que ninguno sobresalga sobre los demás. Una sensación que trae a su memoria tiempos en el campo, cuando comenzó la mecanización, y después como mecánico en el ferrocarril, y después la guerra, y después, otra vez el ferrocarril para jubilarse tras la nacionalización del servicio en todo el país.
Trabajó para la compañía que gestionaba la línea Santander-Mediterráneo de la que guarda buenos recuerdos con sus compañeros. "Siempre me llevé bien con ellos", explica, a la vez que añade que quizá el secreto de su longevidad resida en "no haber discutido nunca con nadie". Una afirmación que asienten sus dos hijos, Amparo y Javier.
Insistente en su vida laboral, muestra uno de sus pulgares, amputado parcialmente en una de las labores para reparar una locomotora de vapor. Con todo detalle recuerda que se hallaba arreglando la guarnitura y para evitar que el chorro de vapor le lastimase, colocó el dedo en uno de los engranajes, que, de manera súbita cambió de dirección, provocándole la herida.
Y también la guerra civil, donde sirvió en Castellón, Alicante y Guadalajara. "Me jubilaron del frente porque éramos tres hermanos, pero después cambió la ley diciendo que habían de ser cuatro para no estar en la guerra", dice.
Después volvió a sus queridas máquinas, trabajando en Soria, hasta que se jubiló de manera anticipada por cuestiones de reestructuración del servicio. Así que con 60 años pasó a una vida más pausada en su Alconaba natal, en compañía de su esposa, Eugenia, de la que se despidió en 2006 cuando ella ya contaba con 94 años.
Sus hijos, sin ocultar su emoción, tampoco saben qué virtud destacar de su padre. "Ha llevado una vida ordenada, y últimamente siempre al cuidado de sus nietos", señalan, aunque también subrayando su vocación de mecánico. "Siempre andaba reparando algo", desvelan, para una ocupación que también pasaba por el cultivo de la huerta, unas labores que dejó cuando ya contaba con el siglo a sus espaldas.
Con todo, a partir de los cien, siguió valiéndose solo y en su casa, atendido por una de sus hijas en su pueblo, en la comida y en la cena, ya que prefería pasar la noche en su propia casa, "como siempre".
Un infarto a los 103 años hizo que esta costumbre cambiase, dejando su hogar para estar atendido en casa de su hija. Con el paso del tiempo, y después de haber estado internado en el hospital y recibir el alta médica, hace poco más de un mes, ha pasado a residir en el centro para mayores.
Su carácter sigue "pacífico", describen sus hijos, que tampoco olvidan decir la carencia de vicios de su padre, que vive, y ha vivido, para los suyos.
Con toda probabilidad, Francisco es el 'abuelo' de Soria, y muy posiblemente el de toda la región, sobre todo teniendo en cuenta que la longevidad se da en mayor medida en las féminas. De hecho, la residencia no ha llegado a acoger a ninguna persona de esta edad, aunque sí con 105 años, pero se trataba de una mujer. "Hemos llegado a tener hasta cinco centenarios a la vez, pero nunca uno de esta edad", afirman.