Con fe en la sociedad

Cuando este periódico vea la luz, estaremos en tiempo de resurrección en la cultura cristiana. También en plena renovación de la vida en la naturaleza, con la primavera en todo su esplendor. También la sociedad y sus valores deberían regenerarse cada cierto tiempo.

Y es que pienso que muchos de nuestros males tienen su origen en la falta de valores o su desgaste. Hay algo que no hacemos bien. Hemos construido para nuestros hijos una vida en la que la competitividad es casi una religión. Que vale todo con tal de estar arriba. La solidaridad ya solo se hace con una visa y por internet. Y así no vamos muy lejos.

Es de sobra conocido que la crisis económica ha servido para empujar a muchas familias al borde de la pobreza. Y ello después de haberles convencido que el consumismo era el paraíso. Menos mal que la familia sigue siendo un valor serio y seguro. Para eso sí ha servido la crisis, para reafirmar esta institución que ha sido el verdadero colchón amortiguador del paro y otras situaciones penosas. Ya nadie se escandaliza de los robos de políticos, banqueros y otros personajes. Y eso no es bueno.

Sin embargo, manifiesto aquí mi fe en las personas. Su capacidad para la regeneración, para que esta sociedad resucite y les dejemos a nuestros hijos y nietos (los que los tengan) un mundo mejor. Solo se puede dar de lo que se tiene. Si somos felices, podremos dar felicidad. ¿o no?