Fútbol y educación

Desde pequeña le han enseñado a una que lo importante del deporte y de la competición no es ganar, si no participar. Todos lo hemos oído.

Por eso, pone los pelos como escarpias ver, en los partidos de fútbol, a progenitores encabritados (por no decir un palabro), repartiéndose mandobles (por no decir otro), y dando un espectáculo impresentable delante de sus hijos, a los que a buen seguro afirmarán estar dando una buena educación.

Impresentable también la actitud de la hinchada inglesa que nos ha tocado padecer días pasados. Mis sobrinos adolescentes andan por Canterbury, y una señora muy educada les ha advertido que no chillen, porque los españoles somos muy gritones, que no roben y no sé qué otras lindezas. No sé que les advierten a estos flemáticos estupendos del brexit cuando vienen a España, pero me da la sensación que lo que les dan en su país es patente de corso para poder atacar y asolar ciudades enemigas. Lo de menos es que griten, que gritan, lo de más es que destrozan mobiliario, arman bronca y arremeten contra todo lo que se les pone por delante.

Que tengan que salir los antidisturbios a la plaza Mayor de Madrid para poder controlar a estas hordas, clama al cielo. Y que tengamos los pobres españolitos que soportar el desdén de estos bárbaros del norte, cuando con sus actos demuestran que no están para darnos lecciones de nada, raya con lo surrealista.