ASECAL es una asociación que trabaja siempre con fines sociales. Junto con la Junta de Castilla y León están inmersos ahora en el Programa ‘Enlace’, para acompañar y crear una persona de referencia en menores acogidos al sistema de protección social. Para poder sacarlo adelante, son necesarios los voluntarios y Soria es un ciudad con muchos de ellos.
‘Enlace’ es un programa de acompañamiento a jóvenes menores tutelados que se divide en dos fases: ‘Te Acompaño’ para edades entre los nueve y los dieciséis años, y el propio ‘Enlace’ para los niños de dieciséis a dieciocho años. Con esta iniciativa impulsada por la Junta de Castilla y León, y que está dando buenos resultados, se pretende crear una relación de confianza para aquellos menores que lo necesiten, y que así “puedan conocer otras formas de vida y vean más allá de su día a día”, explica Loreto Sanquirce, técnico de voluntariado.
De este modo, se crea un ‘feedback’ entre el menor y el voluntario, en el que cada uno aporta algo a la relación. “No hay que olvidarse de que los menores dan mucho cariño a los voluntarios y a los niños, les hace sentirse muy especiales, únicos. Vienen a por él o lo llaman a él y no a los demás. Eso les crea una alegría y una autoestima enormes”.
En la Soria, el programa se lleva desarrollando un tiempo y Sanquirce reconoce que funciona muy bien, “mucho mejor que en otras localidades”. Ahora mismo hay once menores beneficiándose de sus ventajas, y son también once los voluntarios que están participando. A pesar de ello y de este amplio número de participantes, (“parece poco pero once personas es una cifra elevada comparada con otras ciudades”, refiere Sanquirce), es necesaria más colaboración. “Ahora mismo hay niños derivados desde la gerencia para formar parte del programa, pero necesitamos más voluntarios, no tenemos”.
La inscripción a través de la web de hacesfalta.org la puede realizar todo aquel que lo desee. Al entrar, encontrará una solicitud similar a la de una oferta de trabajo. Tras esta inscripción, se pone en marcha la maquinaria para seleccionar a los más adecuados para la realización de este voluntariado.
La edad no es el requisito más relevante porque se trata de una cuestión de madurez, de poder servir como referente. “Hay voluntarios muy mayores y otros mucho más jóvenes. Por eso hay que conocer a cada persona. Siempre les digo a todos los interesados que es un proceso largo, quizá más largo de lo que nos gustaría”, remarca Sanquirce. Pero lo importante son los niños y hay que tomarse su tiempo para conocer a las personas y decidir.
Los técnicos de voluntariado necesitan conocer a cada uno para poder saber si serán idóneos para este proceso, y a quién de los menores asignarles. “En algunas ocasiones son los propios voluntarios los que se dan cuenta de que este no es su voluntariado, que quizá les venga mejor a su forma de vida o su personalidad ayudar en otros programas o de otra manera. De hecho, a lo largo del proceso, casi siempre son ellos los que lo perciben”, remarca Sanquirce. Es un programa que requiere de cierta continuidad, “al menos un año”, porque es necesario poder crear ese clima de confianza con el menor que nos lleve a buenos resultados.
Las entrevistas previas son imprescindibles para así saber “si la persona interesada podrá realmente lograr los objetivos que buscamos. No es un voluntariado de venir de vez en cuando; aunque sí tiene mucha flexibilidad. Lo único realmente imprescindible es el compromiso”. Y es que hay que pensar que son niños los que están al otro lado a los que se quiere dar un referente, una persona en la que fijarse y que les sirva de ejemplo. “Tanto el menor como el voluntario necesitan tiempo para adaptarse, por eso el compromiso, porque para crear una relación es necesario el tiempo, no se puede forjar de un día para otro”.
Los niños integrados en el sistema de protección y que puedan encajar dentro del perfil que se necesita en este programa son derivados desde la gerencia de Servicios Sociales. Tras el proceso de selección de los voluntarios, se unen entre ellos para comenzar con las actividades. “Cuando ya tenemos a las dos partes seleccionadas, se hace la presentación. El menor conoce a su voluntario y, a partir de ahí, son ellos los que van poniéndose de acuerdo. Es en ese momento cuando nosotros, como asociación, pasamos a acompañar a la persona voluntaria a través de contactos personales o telefónicos, reuniones formativas o encuentros de voluntarios. Dejamos de participar activamente en los encuentros menor-voluntario pero siempre estamos ahí, realizando seguimientos con las personas voluntarias y manteniendo contacto frecuente con los profesionales de la administración. Si en cualquier momento surge un problema, una duda o la necesidad de comentar o hablar con alguien, estamos disponibles. No podemos desaparecer y ya está porque hablamos de niños, de personas. No son un papel que empieza y acaba”.
Cada voluntario, tras la presentación, decide con el niño qué es lo que van a hacer y cuándo lo van a hacer. No hay unos horarios marcados ni actividades fijas. “Depende de los intereses de cada uno, de sus aficiones o lo que les guste, por eso es un programa flexible”. Pero, eso sí, siempre hay que tener en cuenta el horario de los centros en los que los menores se encuentran.
“También depende de la edad, no es lo mismo un niño de diez años que uno de diecisiete”. “Es un programa que funciona bien, da buenos resultados”, relata Sanquirce, además de poner en valor la satisfacción y el cariño que los voluntarios reciben.: “Aunque al principio es, sobre todo el adulto, quien lleva la carga de intentar que todo salga bien, hay muchas veces en las que el menor acaba ayudándolo a él a base de alegría".