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“La República Centroafricana es un estado fallido, sin ejército, sin policía y sin justicia”

“La República Centroafricana es un estado fallido, sin ejército, sin policía y sin justicia”

Actualizado 10/10/2017 22:33

Jesús Ruiz Molina, descendiente de la localidad soriana de La Olmeda, relata la situación de un país al que regresa para ser ordenado obispo auxiliar de Bangassou, un área plagada de conflictos en guerra continúa.

Jesús Ruiz Molina, de 58 años, con padres de la pedanía burgense de La Olmeda, será consagrado el 12 de noviembre obispo auxiliar de la diócesis de Baugassou, en la República Centroafricana. El sacerdote, que lleva 25 años en aquel continente, mantenía este martes un encuentro con periodistas sorianos para reivindicar la difícil situación por la que atraviesa aquel país. Partirá el viernes vía Casablanca (Marruecos) para la ceremonia que se celebrará en Banguí, la capital, debido a los conflictos que se viven en su diócesis de destino, a 800 kilómetros.

El sacerdote ha lamentado la trágica situación del país, y precisamente en su destino donde hay 14 fracciones islamizadas que han sido armadas por Arabia Saudí y Qatar bajo intereses económicos, que se deben a la riqueza de diamantes, oro, petróleo y madera que allí se producen. “Se viven asaltos constantes en las carreteras” ha descrito, lamentando que a la capital han llegado tres contenedores con toneladas de alimentos de España para Baugassou y que no pueden ser transportados por carretera “por la violencia gratuita y continua todos los días, con muchos muertos” que allí se ejerce.

En este conflicto, Ruiz ha descrito que al contrario de lo que publica la prensa internacional, -en lo que es “una pereza mental”- cuando se habla de una guerra entre musulmanes y cristianos, en realidad “nunca ha sido así el problema” sino que ha venido dado por las riquezas naturales. De hecho, en la catedral de su futura diócesis se hallan refugiados 2.100 musulmanes.

“Una locura meterse en aquel infierno”

A la hora de valorar su obediencia al Papa para acudir a aquel destino, Ruiz ha confesado que el Evangelio “es algo que da vida a la gente, no es una ideología, no es una moral. Para mí es el Señor que dice que ‘he venido para dar vida y dar vida en abundancia’. Humanamente es una locura meterse en aquel infierno, pero tiene mucha vida dentro”.

De hecho, ha recalcado que esta vocación no la vive como perteneciente a una ONG, aunque también la labor misionera entraña la ayuda humanitaria. Hace dos meses fueron asesinados varios voluntarios locales pertenecientes organizaciones de este tipo, lo que provocó la huelga de estas entidades, “mientras que nosotros nos quedamos solos”, ya que los refugiados “tienen que comer todos los días”.

El religioso ha descrito que en la actualidad la República Centroafricana (tristemente célebre por los seis golpes de estado sufridos tras su independencia en 1960 y donde uno de sus mandatarios fue el emperador Bokassa), pasa por un momento en el que “no tenemos ejército, no hay policía y estamos bajo la tutela de la ONU”. Una organización que “es una máquina que no se mueve, y si lo hace, muy lentamente y con muchos intereses”.

En unos días el secretario general de esta organización visitará el país “porque se ha anunciado un genocidio, pero llevamos dos años así”. Sin embargo, los contingentes internacionales no han llegado a cumplir su cometido, que pasaba por desarmar a la población y protegerla. “No han hecho ni una cosa ni la otra. Hay muchas más armas que hace seis años y cuando hay una matanza miran hacia otro lado”, ha criticado.

Estado fallido

Ruiz también ha representado el panorama un “estado fallido”, reprobando la “hipocresía internacional” por la que los intereses económicos llevan a mercenarios a defender negocios de multinacionales. En frente, otro grupo, denominado Antibalaka, tildado por la prensa como “los cristianos”, personas que “hartos, han cogido sus machetes y se están criminalizando. Son criminales auténticos, tanto los unos como los otros”.

En la actualidad, es la Iglesia Católica quien se encarga en la medida de sus posiblidades de la educación para los niños, pese a la ayuda solicitada a Unicef, y también es la única “voz crítica” en el país, y donde en el área de Bangassou se vive una “guerra de baja intensidad”.

Un lugar donde el continuo goteo de muertos, cotidiano, acalla conciencias.

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