Artículo de opinión de Sergio García.
Vamos echando carpetazo a este 2017 y son fechas para el análisis y la reflexión. Días para echar la vista atrás y evaluar de qué han servido los últimos 12 meses. Y he de decir que en relación al tema este 2017 me deja sensaciones contradictorias.
El tema, evidentemente es la despoblación. Evidentemente los sorianos tienen otros muchos problemas pero este es tan profundo y tan transversal que acaba infectándolo todo. Siempre que preguntan por el futuro de Soria respondo lo mismo; o nos salvamos todos o no se salvará nadie. Aquí no hay medias tintas, o redescubrimos el futuro de la provincia o en menos décadas de las que nos imaginamos estaremos hablando de la desaparición, literal, de Soria tal y como la conocemos.
Decía que este 2017 me deja un sabor agridulce ya que, aparentemente este ha sido un año en que se ha luchado, y mucho, contra la despoblación. El problema es ese aparentemente y también que la lucha, por muy noble y bienintencionada que sea no garantiza resultados. Este año hemos tenido en marcha el plan Soria de la Junta pero no sirve de nada si no supone una clara discriminación positiva ni si, entretenidos en ver qué nos dan con una mano nos están robando la cartera con la otra. También este año ha seguido su marcha la red SPPA y se ha iniciado el programa Invest in Soria. Además se ha reactivado la plataforma Soria Ya. En El Huecco aseguran que este es el “año 1 de la repoblación”. Ojalá, pero algunos necesitamos ver en qué se traducen ferias como PRESURA más allá del sano debate y los mensajes optimistas.
Y en medio los políticos, con esa letanía que tanto abominan los ciudadanos, con esas culpas cruzadas que mantienen los proyectos en el limbo de los papeles que todo lo aguantan. Y mientras el tren, la depuradora, la muralla, la autovía del Duero, las travesías, el centro de referencia estatal, el Banco de España, Valcorba, la cárcel, la conectividad en los pueblos… ahí siguen, atrapados en el tiempo.