Artículo de opinión de María José Fuentes.
Por séptimo año consecutivo, nos toca soportar a los sorianos una nueva subida del IBI. Los presupuestos elaborados para 2018, no cuentan con más soporte que gravar a los ciudadanos año tras año. No se puede anunciar que a los sorianos se nos deben 11 millones de euros que comprometió la ministra socialista Margarita Álvarez en 2009 cuando, durante dos años más de gobierno socialista, hasta 2011, no llegó ni un céntimo de esos 11 millones. De todas formas, un compromiso no es un acuerdo firme, así que, que no nos vendan motos, no se puede perder lo que nunca se ha tenido.
Los presupuestos son, en general, bonitos. Bonitos cuando se cumplen. El problema es justamente ese, que no se cumplen ni por el forro. Comprobando lo ejecutado durante este 2017, se aprecia cómo tan solo un 25% de lo que se presupuestó, se ejecutó. Por tanto, la pregunta es: ¿Se corresponde la carga impositiva que soportamos los sorianos con el estado en el que se encuentra toda la ciudad? La respuesta es no. En el momento en que uno sale de Mariano Granados y aledaños, encuentra una ciudad abandonada, con aceras levantadas, rebajes imposibles para papás con carritos o personas con movilidad reducida, alcantarillas que se hunden en el asfalto y socavones por doquier. El barrio de San Pedro necesita arreglo, el Casco Viejo necesita medidas urgentes en todos los sentidos, principalmente en lo que se refiere a seguridad por amenaza de derrumbe de algunos inmuebles y de salubridad por los problemas que provocan estos edificios abandonados y solares vacíos. El Calaverón precisa actuaciones urgentes. Esperemos que con el dinero que nos manda Europa para el proyecto Intramuros, estas tres zonas en concreto se acondicionen y revitalicen, y las zonas de más solera y con más necesidades de Soria, revivan.