San Saturio 2024: Programa, horarios y todos los eventos
Un artículo de opinión de Alfredo Vallejo, colmenero y pensador.
Navidad es la fiesta de las fiestas; es una fiesta cósmica y universal. El planeta entero, la humanidad entera, en Navidad celebra el triunfo de la luz. Celebra y siente el misterio mayor de la mitología universal. Dios es hombre. El hombre es dios en Dios.
No hay que olvidar que la mitología es el único lenguaje con el que no puede uno equivocarse ni equivocar a los demás. Toda fiesta es transgresión, y exceso, “y tiempo de desveda”.
Y ruido. Y multitud. Y cansancio y deseo de normalidad al fin, después de una “resaca” sagrada y no tan sagrada. Sobre todo no tan sagrada. Por eso se suelen acabar las navidades con “la lengua fuera” y la cintura ampliada. Como en toda fiesta.
Pero la fiesta es mucho más. Es el esfuerzo colectivo para triunfar sobre el caos inicial, contra la oscuridad del miedo, contra los fantasmas que se agazapan en nuestras entretelas abisales. El hombre siempre ha tenido miedo a perder su divinidad.
En Navidad el hombre celebra el mito central de su enigma grandioso. El hombre es dios en Dios. Celebra su carácter divino.
Las grandes verdades siempre se han dicho en mitología. Sólo se pueden decir en lenguaje mitológico. Tienen un sentido de “dirección”, como cuando a un niño chiquito le enseñamos la luna con el dedo. Si el infante es muy pequeño mirará el dedo, pero no verá la luna.
Toda fiesta, también las navidades, tiene una dimensión sagrada; pero también otra, no menos importante, que es desacralizada y mostrenca; más prosaica, más de todos, más superficial, menos “bella”, pero necesaria también. Comer, beber, el exceso, antes, cuando se pasaba hambre, era un acontecimiento muy hermoso. Hoy en época de hartos, sigue siendo un acontecimiento. Aunque parezca más feo y menos necesario.