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La tribuna. Por Pelayo del Riego Artigas, de la Fundación Deyna.
Parece que fue ayer, pero han transcurrido 25 años, que no son pocos y ahí sigue en pie un proyecto nacido en Soria un 21 de diciembre de 1992, que en su día mereció el apoyo total del Club de Roma en las personas de su presidente Díez Hochleitner y del destacado miembro de su capítulo español, y entonces Rector Magnífico de la Universidad Complutense, Ángel Vián Ortuño, para después ser premiado con una medalla de oro en el Programa de Proyectos Internacionales de Expo 2000. Su modelo de Agenda 21 Local recibió por escrito la sanción del creador de la institución e inspirador del Programa 21, Maurice Strong, vicesecretario de la ONU entonces y secretario general de las Cumbres de Estocolmo de 1972 y de la Cumbre de la Tierra de 1992, nada menos.
DEYNA comparecía en la arena con un equipo de excelencia formado por gente vinculada a su tierra y de la talla de Clemente Sáenz, Emilio Ruiz, Epifanio Ridruejo, Dámaso Santos, Sánchez Dragó, Ramiro Cercós, Raúl Pisano, Félix Pastor, Jesús Posada…, y que entendía que tan sólo un proyecto de esa envergadura intelectual y oportuna en extremo podía conjurar los horizontes de decadencia que se dibujaban en el futuro de Soria. Envergadura que se basaba en el conocimiento, la excelencia y la oportunidad de haber sido reconocidos los primeros en ello al máximo nivel, con el culmen de una medalla de oro en la Alemania más profunda y luterana, en absoluto en grandes dispendios, despilfarros, ni fantasías, como en los que se acabó cayendo por quienes no tenían idea en qué consistía el proyecto, y permitieron que quién lo ignoraba y se lo atribuía en un ejercicio de impostura y usurpación abanderara a su capricho, faltando a la verdad, a la hidalguía y lealtad.
Pero en este caso no se llega a lo de “entre todos la mataron y ella sola se murió”, en absoluto, ahí están las hemerotecas y la historia documentada que hemos escrito y transcrito concienzudamente y difundido.
Ahí es nada, toda una epopeya benemérita, como la calificaba Vián Ortuño y prometedora, que sólo podía beneficiar a una Soria que entonces mostraba signos inequívocos de caída libre y hoy, en su madurez de los 25 años recién cumplidos, no ha merecido tan siquiera un recuerdo, ni una enhorabuena por parte de la prensa, ni de los políticos sorianos, mientras la orquesta del Titanic se continúa escuchando en cada recodo de sus queridas calles, por más silencio que se la quiera imponer con parches porosos u odio africano, que de todo hay en la viña.
En veinticinco años de reloj –y esto es sangrante cómo no se pueden imaginar- ni un sólo periodista, ni político soriano nos ha invocado ni ha comparecido en nuestras oficinas. Ya me quejé de que no había comparecido ningún periodista a un acto en Garray a principios de este noviembre, que no en la Numancia Nostra, y se me recriminó el decirlo. No habían sido avisados, rectifiqué. Ahora sí lo son.
Sobrevivir a la usurpación y a la impostura DEYNA –un proyecto de interés para la humanidad como lo calificaba Díez Hochleitner y quedó escrito- con acervo, pulso y solidez, ha sabido mantener vivos los principios que inspiraron su creación, y continúa ejerciendo su autoridad –que viene de autor- con sangre renovada, mientras vergonzantemente callan y han esperado inútilmente nuestra muerte por anoxia quienes deberían hablar y dar explicaciones, porque lo saben, pese a que eso perjudique a Soria y mucho, porque nunca es tarde, la medalla sigue ahí y DEYNA también.