La adolescencia no finaliza a los 18 años. Los expertos dicen que termina más allá de los 20. Sí, sí, has leído bien... Cuando se lo planteo a un padre o a una madre se sorprenden. Creen que a los 19 años un hijo ya debería saber lo que quiere hacer con su vida. Un artículo de Psique Psicólogos.
Sí, debería de ser responsable con los estudios, debería, debería…, pero que no lo hace. Los padres y madres hacen una lista interminable de lo que se espera de sus hijos/as a una determinada edad, y pretenden que cumplan esa lista por arte de magia, es decir, sin haberles enseñado previamente de una manera adecuada, o directamente sin enseñarles porque “cuando sea mayor ya lo hará” , y no se paran a pensar que es lo que realmente ocurre.
Durante su infancia les hemos facilitado la vida, es decir, les hemos dado lo que pedían sin mucho esfuerzo, no hemos tolerado que se enfadaran o lloraran cuando no conseguían lo que querían, hemos hecho sus tareas del cole casi estudiando el examen con ellos/as, hemos recogido su habitación, han dispuesto de móvil a una edad temprana porque así lo han deseado, no han puesto límites, no han conocido a sus amigos/as, y no han mejorado su autoestima, sino que sólo se han limitado a corregir son premiar.
En definitiva, no les hemos dado la responsabilidad de esforzarse por conseguir lo que deseaban, y ahora les llamamos “vagos”, cuando realmente lo que necesitan es volverse a motivar y a entender que la vida funciona de otra manera, es decir con el esfuerzo. Necesitamos negociar con ellos para que comiencen a cumplir normas, a que acepten los límites. Tenemos que premiarles, eso sí, con algo material, porque es lo que siempre les hemos dado. Necesitan que confiemos en ellos, que les digamos que son buenos en algunas actividades, asignaturas o deportes, para hacerles ver que hay algo que se les da bien.