Artículo de opinión de Carlos Lafuente, empleado público y contertulio.
Pasó el 35 aniversario de nuestro Estatuto de Autonomía. Sin pena ni gloria. Y es que nada se ha hecho en esta Comunidad para cohesionar las emociones de sus habitantes. Es que hasta la palabra “castellanoleoneses” suena hueca. Casi todas las provincias de esta Comunidad han progresado más o menos adecuadamente (matrícula sólo obtiene Valladolid), pero poca gente tiene ese espíritu diferenciador de Comunidad que te remueva las entrañas.
Han tenido 35 años para “inculcarnos” el sentimiento autonomista, para crear signos, banderas, actos e historia, pero sólo se ha remarcado con trazos que espero que no sean indelebles las brechas de la desigualdad. Por ejemplo, en Soria, hay autovía para llegar hasta los que nos mandaban antes (Madrid), pero no para llegar a cualquier punto de la Comunidad.
Entiendo que buena culpa de esta situación la tiene el hecho de que se ha gobernado esta Comunidad, durante demasiados años, por el mismo partido que lo ha convertido en su feudo o cortijo. Tantos años han conseguido que se les olvidara tener un proyecto para Castilla y León, aunque sí renuevan puntualmente la Relación de Puestos de Trabajo reservados para puestos políticos.
Nos merecemos más en estas tierras, merecemos una reforma del Estatuto en condiciones. Quiero acordarme más de lo que me une a otras provincias que de la diferencia cultural con El Bierzo, por ejemplo. Quiero ver esas diferencias como elementos enriquecedores y no como brechas. Pero para eso necesitamos gobernantes con proyecto y visión. Necesitamos sentirnos en casa, y no alojados en una esquina de la casa, como en Airbnb. ¿O no?