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El 25,7% de las castellano y leonesas en edad laboral se encuentra en riesgo de exclusión o pobreza

El 25,7% de las castellano y leonesas en edad laboral se encuentra en riesgo de exclusión o pobreza

Actualizado 04/03/2018 20:19

El desempleo, la inactividad o la contratación irregular son las principales causas que subyacen detrás de esta realidad, afectando más intensamente a las mujeres mayores de 45 años, con discapacidad, con responsabilidades familiares no compartidas y/o víctimas de violencia de género, entre otras.

El próximo 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer. En este marco, la Fundación Adecco ha realizado un análisis de la situación profesional de las mujeres a las que ayuda a encontrar empleo. Todas ellas se enfrentan a un mayor riesgo de exclusión social, por diferentes circunstancias: discapacidad, edad avanzada, responsabilidades familiares no compartidas y/o una situación de violencia de género.

Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco: “Históricamente, las mujeres han tenido que enfrentar mayores obstáculos para acceder al mercado laboral, debido a tics culturales relacionados con la maternidad, el liderazgo y otros prejuicios y estereotipos. El hecho de tener una discapacidad o más de 45 años se convierte en una dificultad añadida, incrementando el riesgo de exclusión de las mujeres desempleadas. Precisamente, el empleo se convierte en el factor fundamental de inclusión, en la única herramienta capaz de dotar de la autonomía y realización suficientes como para que estas mujeres normalicen su situación y tengan una vida plena”.

Una cuarta parte de las castellano y leonesas en edad laboral, en riesgo de exclusión

Según el informe AROPE (at risk of poverty and inclusión), elaborado por EAPN, un 27,9% de las mujeres en España se encuentra en situación de riesgo de exclusión o pobreza. Este porcentaje se eleva cuando las mujeres tienen edad laboral, hasta un 30,9%.

Para extrapolar estos datos a Castilla y León, hemos partido de su tasa de exclusión o pobreza general (23,2%). En el caso nacional, el porcentaje general coincide con el femenino. Así pues, tomando como punto de partida que este 23,2% sería la tasa de exclusión o pobreza de las mujeres castellano y leonesas, podemos concluir que la cifra se eleva hasta el 25,7% en el caso de las que tienen edad laboral, si elevamos este porcentaje en la misma proporción que crece el nacional (del 27,9% al 30,9%, es decir, un 11%).

Pero, ¿qué personas se consideran en riesgo de pobreza y exclusión, según AROPE? Aquéllas que cumplen, al menos, uno de los siguientes criterios:

  • Vivir en un hogar con una renta inferior al umbral de la pobreza (el 60% de la mediana de la renta nacional, fijada en 2016 en 684 euros mensuales).
  • Estar en privación material severa, no pudiendo afrontar, al menos, 4 de los siguientes gastos: vivienda, calefacción, vacaciones, alimentación básica, gastos imprevistos, teléfono, televisor en color, lavadora o automóvil.
  • Vivir en un hogar con baja intensidad de trabajo (inferior a 0,2), definida como la relación entre el número de meses trabajados por todos los miembros de la unidad familiar y el número total de meses que podrían trabajar, como máximo, todas las personas en edad laboral de dicho hogar.

Según Francisco Mesonero: “Aunque el desempleo sólo se menciona en el último de los 3 indicadores, es el desencadenante de todas las situaciones de pobreza y exclusión social. No parece aventurado señalar que, en este 25,7% de mujeres en riesgo de pobreza o exclusión social, en edad laboral, predominan las desempleadas, aquellas que trabajan en situación irregular (sin contrato) o inactivas, con habilidades para el empleo, pero que no trabajan por cuestiones culturales (discapacidad) o responsabilidades familiares”.

La mujer mayor de 45 años

La mujer mayor de 45 años ha ganado un importante protagonismo en el mercado laboral durante la última década en Castilla y León. Así, si en 2007 se contabilizaban 10.700 desempleadas de este grupo de edad, 2017 se cerró con 35.200, lo que supone un incremento del 229%. Esta cifra es muy superior al incremento del desempleo de las mujeres de todas las edades en Castilla León, que se ha incrementado un 72% en los últimos 10 años.

Con todo ello, observamos cómo el porcentaje de mujeres mayores de 45 años (41,6%) tiene un peso mucho mayor sobre el total que hace una década, cuando representaban el 21,9% del total de desempleadas.

La mujer con discapacidad: la ficha más débil del tablero

La discapacidad se convierte en una dificultad añadida para las mujeres que buscan empleo, ya que a los prejuicios derivados del sexo (maternidad, posibles incapacidades temporales a ésta asociadas o liderazgo), hay que añadir la discriminación que a menudo experimentan las personas con discapacidad.

Además, tradicionalmente, las mujeres con discapacidad han tenido un menor acceso a la educación, lo que incrementa su riesgo de pobreza y las deja más expuestas a otras situaciones desfavorables como la violencia de género. “Los prejuicios hacia la discapacidad, especialmente cuando es de tipo intelectual, son responsables de la invisibilidad de las víctimas: se cuestiona su credibilidad y numerosos casos de violencia se mantienen en la sombra”, recalca Mesonero.

Por otra parte, la tasa de paro femenina en las personas con discapacidad se sitúa en un 33%, 8 puntos porcentuales por encima de la del resto de las mujeres en el momento de realizar el análisis y superando ligeramente a la de los hombres con discapacidad (33%). Además: “esta cifra de desempleo no es representativa de la totalidad de mujeres. Aquéllas que tienen discapacidad intelectual tienen una presencia exigua en el empleo y particularmente en la empresa ordinaria. Se estima que su tasa de paro puede llegar al 90%”, comenta Mesonero.

Sin embargo, donde las desigualdades se vuelven más patentes es en el ámbito de la contratación. Según los últimos datos del SEPE, sólo el 37% de los contratos firmados por personas con discapacidad en Castilla León, fueron para mujeres, mientras que los hombres rubricaron un mayoritario 63%.

Violencia de género y desempleo

Si a menudo, las mujeres víctimas de la violencia de género encuentran obstáculos para reconocer su situación, pedir ayuda y, en última instancia, denunciar, cuando además se encuentran desempleadas, las dificultades se tornan mayúsculas: la dependencia económica del agresor, unida a una merma de autoestima, les conduce directamente al temor de verse solas y sin recursos. En consecuencia, no reconocen su situación y la violencia de género se perpetúa en el tiempo.

El informe Un Empleo Contra la Violencia, elaborado por la Fundación Adecco, ha profundizado en los motivos que frenan a una mujer víctima a denunciar, obteniéndose los siguientes resultados: 7 de cada 10 destaca el desempleo o la situación de precariedad como razones de peso.

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