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Una sociedad que me da asco

Una sociedad que me da asco

Actualizado 11/03/2018 20:11

Artículo de opinión de Sergio García, director de Soria Noticias a raíz de la muerte de Gabriel Cruz.

Este domingo toda España, o eso quiero pensar, se conmocionaba al conocer el asesinato (todo apunta a ello) del pequeño Gabriel. Pasado el mediodía los peores temores se confirmaban y la policía encontraba el cuerpo sin vida de este niño almeriense de apenas 8 años. Los primeros indicios apuntaban a la pareja del padre de Gabriel como la autora del crimen. La crueldad humana es inexplicable para una mente sana y el dolor y la sinrazón nos invaden a todos. Bien es cierto que vivimos en una época y en un lugar (la Europa occidental del siglo XXI) donde la crueldad y la sinrazón están en mínimos históricos, por mucho que nos parezca lo contrario, pero estas noticias nos revuelven por dentro. Poco más que decir sobre el asunto, que la justicia y la ley actúen para castigar al culpable o a los culpables. Pocas personas nos pueden dar más asco que un asesino de niños.

Pero el paso de las horas hizo que mi desazón y mi asco en lugar de calmarse crecieran conforme los comentarios se iban multiplicando en ese estercolero en que hemos convertido las redes sociales. Allí lo primero que apareció fueron comentarios sobre la “puta negra asesina”. De todas las bajezas humanas el racismo suele ser de las primeras en salir a la luz. Luego llegaron quienes, aun con los ecos del 8M, presumían “¿veis como la violencia no es solo cosa de hombres?” venían a decir. Desde la otra trinchera, y en un giro tan inesperado como rocambolesco, se culpaba al padre y al machismo social por haber dejado al niño al cuidado de la nueva pareja de este. No faltó la politización del tema. “Prisión permanente ya” clamaban unos, ignorantes ellos que no saben que la prisión permanente ya existe en España para casos como este precisamente. Desde la trinchera contraria se señalaba la inutilidad de la prisión permanente revisable que, estando en vigor, no ha logrado evitar la muerte de Gabriel, como si una ley – esta o cualquiera – pudiera acabar con la maldad humana. Asco, asco, asco.

Cierro twitter para dejar de intoxicarme y cuando abro WhatsApp me encuentro con una cadena, un mensaje que seguramente usted también haya recibido (y es probable que incluso hasta haya colaborado a difundirlo enviándoselo a sus contactos) el cual poco menos que asegura que con 25.000 veces que se comparta el mensaje la supuesta asesina irá a la cárcel 20 años. Estas cadenas de desinformación, odio y engaño demuestran que o aprendemos a usar las nuevas tecnologías o estas acabarán con nosotros. Además, ¿quién quiere un juicio con todas las garantías y el legítimo derecho del acusado a defender su inocencia pudiendo hacer justicia en WhatsApp? Definitivamente dejo el móvil a un lado, y solo puedo pensar una cosa: Joder, qué asco todo.

Descansa en paz, Gabriel. Aquí nos quedamos en el fango.

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