Artículo de opinión de Carlos Lafuente, empleado público y contertulio, en Soria Noticias.
Es asombrosa la valentía de los políticos para dirigirse al resto de los mortales a través de lo que se viene denominando ‘plasma’. Puso de moda esto el gallego Rajoy para evitar preguntas molestas y disimular los sobres que le podían asomar por el bolsillo.
Y fue tan bien recibida, que se expandió su práctica y ahora se usa con descaro. Eso si, bastante más desde Génova que desde otras calles.
Pero no hay que quedarse aquí, ya que he detectado que hay mucho plasma virtual que hemos aceptado todos de una manera servil y dócil que apabulla.
Me refiero a los y las jefas de prensa que cualquier cargo público que se precie debe tener. Son tan poderosos que todo lo que salga de la institución o cargo debe pasar por sus manos.
Son ellos los que deciden qué asuntos ponen a la luz y cuáles dejan en el cuarto oscuro. Filtran las respuestas a ciudadanos y periodistas considerando un “puenteo” si te sales de su cauce.
Y lo que me sorprende es cómo lo hemos aceptado y, además, les pagamos buenos sueldos. Sobre todo porque en la mayoría de los casos pertenecen al ejército de soldados de fortuna que muchas veces son los cargos de confianza o “eventuales”. Gente que se debe reafirmar todos los días y se vuelven más papistas que el Papa. Así, consideran que son ellos los que reparten los bocados de publicidad, reparten bendiciones o mandan al infierno.
Así que no pongamos el grito en el cielo por ver a las ‘Cifuentes’ a través del plasma, que casi todos hacen lo mismo. Ya nos gustaría más espontaneidad, más verdades y más exposición a la gente, que al final son los que os mantenemos en los puestos. ¿O no?